—¿Inés? ¿Tú también viniste?La fiesta de cumpleaños de Mariana, hija de la poderosa familia Altamirano, estaba repleta de la élite capitalina: empresarios, políticos, socialités y celebridades. Entre todos los invitados también se encontraba Zoraida Ríos, quien, al ver a Inés llegar, no pudo evitar fruncir el ceño y tomarla del brazo para llevarla a un lado.—Pensé que con lo de tu pierna te ibas a librar de esta pesadilla de fiesta —susurró.Inés negó con la cabeza, con expresión serena:—Mi pierna ya está bien después de unos días de reposo. Además, Mariana me mandó una invitación personal. Mi madre se emocionó tanto que desde temprano trajo estilistas para arreglarme. Dijo que era un honor, que Mariana me estaba incluyendo, que incluso los Cornejo me estaban reconociendo… así que no me dio opción de negarme.En otras palabras, para Mirna, esto era un premio. Pero para Inés, si no era una trampa, ya se daba por bien servida.Miró a su alrededor con cautela. —Zora, hay demasiada gent
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