Sin esperar la reacción de Margarita, ella salió de casa y se alejó.En el pasado, si César le daba sus tarjetas, ella se habría emocionado muchísimo, interpretándolo como la muestra de su amor. Pero ahora ya no era tan ingenua.Celia quedó con Alfredo en un restaurante musical. Al llegar, él ya esperaba sentado en la mesa.Al verla, bromeó:—Celia, tienes muy buen gusto para elegir restaurantes. Es muy romántico.Ella tomó asiento.—No puedo permitirme lugares caros, y los muy baratos no son dignos de tu posición, así que escogí uno término medio.—Gracias por el halago. —sonrió él.—No es halago. Lo digo con sinceridad.Pidieron cuatro platos y una botella de vino. Mientras comían y conversaban, ella sentía una ligereza que nunca antes había experimentado. En sus seis años de matrimonio, casi no había socializado. Había perdido contacto con sus viejos amigos. Solo trabajaba y esperaba a César en casa. Así había perdido su vida personal. Por suerte, si ponía fin a esto, aún estaba a
Read more