All Chapters of Cuando Gabriela Se Va, El Amor Despierta: Chapter 61 - Chapter 70

De repente, una sombra se proyectó frente a Gabriela. Al levantar la vista, vio a Rafael de pie a su lado, sosteniendo un ramo de flores marchitas.—Rafael, qué casualidad, ¿también vienes a cenar? —Joaquín se adelantó a hablar.Rafael entrecerraba ligeramente los ojos y esbozaba una sonrisa.—Exacto. Ya no quedaban mesas junto a la ventana, ¿les importa si me siento aquí?Joaquín arqueó las cejas al ver tantos lugares libres alrededor y quiso protestar, pero Rafael ya se había instalado junto a Gabriela sin inmutarse.Rafael pensó: "Tomás tenía razón, con las mujeres hay que lanzarse sin miedo". Y sin pensarlo dos veces, tomaba directamente el menú y le gritaba al mesero: —Me trae un bistec a tres cuartos y unos espaguetis con salsa boloñesa.Luego Rafael miró a Joaquín con aire desafiante.—Ya conozco los gustos de Gabriela, siempre elige bistec y pasta.—Perfecto, me lo apunto.Joaquín se tensó y perdió la sonrisa. Los dos hombres se sostuvieron la mirada con evidente tensión.Gabr

Al ver ese mensaje, Joaquín se quedó helado y de inmediato pensó en una persona: Valentina Torres, la hermana de Alex Pérez.Pero después del accidente de Alex, ella se fue al extranjero en silencio, y desde entonces desapareció por completo, sin que nunca más se supiera nada de ella. ¿Cómo es que de repente había regresado al país?Joaquín sintió un mal presentimiento. Se quedó afuera respirando el aire frío un momento antes de regresar a la habitación.Al verlo con esa expresión preocupada, Gabriela pensó que estaba inquieto por Clara y lo consoló: —Joaquín, Clara está mucho mejor que antes. Tranquilo, no te preocupes tanto.Clara también asintió, y una sonrisa apareció en su rostro pálido.—Sí, tenerlos conmigo me hace muy feliz.Joaquín frunció el ceño. Clara recién estaba empezando a recuperarse. Si se encontraba con Valentina, no sabía si se pondría mal otra vez.Entonces, le advirtió con voz grave: —Clara, mejor no salgas por unos días, ¿está bien?—¿Por qué? —preguntó Clara, co

Celeste se prendió del brazo de Rafael con confianza.Desde que llegó a San Vicente, Rafael se había vuelto un fantasma. Le colgaba las llamadas y siempre encontraba la manera de esfumarse cuando ella andaba cerca.Cuando se enteró de que el Grupo Sánchez haría su cena gala, no dudó ni un segundo: fue directo a la entrada y ahí se quedó hasta que él apareciera. Después de horas esperando como una estatua, Rafael finalmente llegó y ella no lo dejó escapar hasta que aceptó traerla.Las palabras de Celeste hicieron que Rafael levantara la vista automáticamente. Lo que vio lo dejó helado: ahí estaban Gabriela y Joaquín, luciendo como la pareja perfecta, parecían hechos el uno para el otro.A Rafael se le revolvió algo por dentro y arrancó hacia donde estaban, plantándose justo en el medio de la conversación.—Gabriela, ¿por qué no me llamaste? Yo mismo te podría haber traído.Antes de que Gabriela pudiera responder, Joaquín se adelantó: —Gabriela me acompaña esta noche, es un honor tenerl

—Gabriela, te llevo a casa. —dijo Joaquín con esa voz profunda y seductora que la hizo caminar hacia él sin pensarlo dos veces, abandonando el salón de banquetes.Rafael se quedó inmóvil, con el rostro totalmente descompuesto.Al notar la situación, en los ojos de Celeste brilló un destello de triunfo, y dijo con voz dulce: —Rafael, está haciendo un frío horrible afuera, va a estar difícil conseguir taxi...Rafael la miró por encima del hombro y respondió secamente: —Diego te va a llevar.Sin más, dejó a Celeste ahí y se fue rápidamente.En el auto, una melodía suave acompañaba el silencio entre ellos.Joaquín observó a Gabriela y, al verla preocupada, le preguntó: —¿Qué pasó? ¿No lograste hablar con Valentina?—Sí la vi —respondió Gabriela con cierta duda —. ¿Tú y la señorita Valentina fueron pareja alguna vez?Joaquín se puso tenso y el nerviosismo se le notó en la voz: —Sí, fue mi primer amor, pero eso ya quedó en el pasado.Gabriela se mordió el labio, ansiosa por saber la verdad:

Gabriela apenas colgó, otra llamada entró de inmediato.Al ver el número en la pantalla, una sombra de emociones cruzó por sus ojos.—¿Aló?—Mi niña, ¿es cierto que tú y Rafael cortaron? —la voz sonaba suave y cariñosa.Gabriela respondió con un ajá seco, claramente sin ganas de charlar.La mujer suspiró: —Si ya no se puede arreglar nada, vente para Puerto Sereno conmigo.—No es necesario, estoy bien. No tengo nada más que decir, chau. —dijo con frialdad, y cortó la llamada de inmediato.Cuando la familia quebró años atrás, su madre Elena tomó el poco dinero que quedaba y se marchó a Puerto Sereno, dejándola sola para enfrentar el desastre.Había oído que Elena después consiguió un buen matrimonio en Puerto Sereno, aunque ya no le interesaba saberlo.Gabriela negó con la cabeza y apenas regresó a la clínica cuando su asistente corrió hacia ella, nerviosa.—Gabriela, ¿qué pasó? ¡Vi ese mensaje y me asusté muchísimo!Gabriela le había avisado antes de salir que si pasaban dos horas sin s