All Chapters of Cuando Gabriela Se Va, El Amor Despierta: Chapter 81 - Chapter 90

Rafael extendió la mano hacia ella, esperando.Gabriela ni siquiera intentó tomar las llaves, y sus ojos se nublaron de confusión.¿Por qué? ¿Por qué cuando ella se desvivía por él, Rafael la ignoraba, y ahora que había tomado la decisión de irse con el alma destrozada, él venía a buscarla con esta nueva actitud?En estos últimos días, Gabriela había notado cómo Rafael y Mateo habían cambiado. Pero ya no se atrevía a amar de nuevo.Se veía cansada y le habló con una súplica en la voz: —Rafael, ¿acaso te faltarían mujeres con todo lo que tienes?Hacía mucho que no hablaban con tanta calma. Rafael la miró con seriedad: —Tú no eres como las demás, solo quiero estar contigo.Gabriela guardó silencio un momento. —¿Porque soy la madre biológica de Mateo?—¡No es eso! —Rafael alzó la voz—. No tiene que ver con Mateo, es que... te quiero, Gabriela.Solo hasta ahora Rafael comprendía de verdad lo que sentía. En estos siete años viviendo juntos, se había enamorado de Gabriela sin siquiera notarl

En pocos minutos estuvo lista. Descendió con elegancia por la escalera y, al doblar en el rellano, no pudo evitar fijarse en Joaquín Herrera, cómodamente instalado en el sofá.Llevaba puesto un traje azul marino impecablemente entallado que le sentaba de maravilla, resaltando su físico atlético y su estatura. Tenía esa presencia que imponía respeto sin esfuerzo.En ese momento él alzó la vista y sus ojos se encontraron. El mundo se detuvo por un instante, hasta que la voz entusiasmada de Clara los trajo de vuelta a la realidad.—¡Te lo dije, Gabriela! Ese vestido te queda espectacular. Y mira nada más qué pareja tan linda hacen.Con su vestido azul claro y el traje azul marino de él, parecían haber planeado vestirse a juego.La situación la puso nerviosa al principio, pero se recordó a sí misma que justamente de eso se trataba el teatro de hoy. Se mordió el labio y trató de relajarse.Joaquín se puso de pie y caminó hacia ella. Se le iluminó la mirada con una mezcla de diversión y algo

Pero Valentina ya se había recuperado, controlando sus emociones, y respondió con sarcasmo:—¿Acaso intentas sacarme información?Un destello de tristeza cruzó los ojos de Gabriela, quien apretó los labios sin decir nada.Valentina recuperó totalmente la compostura, volviendo a esa actitud tranquila de siempre.—Piensa lo que se te ocurra, pero yo no tuve nada que ver con lo que le pasó a Héctor. Si no me crees, mañana lo sabrás...y no podrás negarlo.Después de soltar estas palabras, Valentina se fue sin mirar atrás.Gabriela se quedó quieta, pensando en lo que había dicho, cuando escuchó la voz de Esperanza.—Gabriela, ven rápido, es hora de cortar el pastel.Normalmente, en estos momentos solo estaba la familia Herrera, pero el cariño de Esperanza hacia Gabriela hizo que la invitara a subir con ellos.—Yo digo que te lo mereces. Aunque no tenga nada que ver con Joaquín, tú le salvaste la vida a Clara.Gabriela no tuvo más remedio que aceptar, sintiéndose conmovida pero con un peso e

Al ver que estaban a punto de chocar, Rafael reaccionó de inmediato y la abrazó contra su pecho.Los latidos fuertes de su corazón martillaron contra sus oídos.Antes de que Gabriela pudiera reaccionar, Rafael ya se había alejado, respiró hondo y parecía haberse calmado.—Se hace tarde, te llevo a casa.Gabriela se quedó sin palabras y lo miró desconcertada.En ese momento notó que Rafael había cambiado, no era el mismo hombre de antes. Anteriormente, cuando se molestaba, ni se acordaba de que ella existía y la dejaba abandonada para irse solo. Ahora en cambio...Gabriela lo observó mientras llegaban a su casa. Rafael se frotó las sienes y habló con voz cansada.—¿Ya no podrías seguir fingiendo con Joaquín?Por primera vez, el orgulloso señor Rafael inclinó la cabeza, con un tono que rozaba la súplica.Gabriela asintió: —Está bien.De todas formas ya estaba harta de seguir con esa mentira.Rafael suspiró aliviado y la miró con ternura: —Que descanses.Gabriela murmuró que sí y entró a

—Eres igualita a tu papá, Ricardo. Es increíble todo lo que has descubierto, pero hay algo en lo que te equivocas.Gabriela lo miró sorprendida: —¿En qué me equivoco?Roberto saboreó su puro con calma antes de responder: —Yo no destruí al Grupo Morales hace años. No fui yo.—¿Cómo que no? —Gabriela lo miró desconcertada—. ¡Imposible! Cuando mi familia quebró, ustedes fueron los que más ganaron.Roberto se encogió de hombros sin inmutarse: —¿Para qué te voy a mentir ahora? Pero piénsalo bien... ¿de verdad crees que solo yo gané?Gabriela frunció el ceño mientras una inquietud profunda le crecía en el pecho. —Roberto, no me vengas con rodeos. Habla claro.Pero Roberto cambió de actitud. Se acomodó cómodamente en el sofá, con aire de superioridad. —Gabriela, los negocios funcionan por intercambios. Si no me ofreces algo valioso, ¿por qué habría de contarte nada?Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Gabriela apretó los labios, consciente de que Roberto había dado en el blanco. —