All Chapters of Secretos de una Heroína: Tras la Máscara de la Esposa Perfecta: Chapter 11 - Chapter 20

Paloma sabía que esto lo decía Carlos tratando de complacerla. Aunque en unos veinte días más se divorciaría oficialmente de Carlos, la verdad ya no necesitaba que él la acompañara a visitar a sus padres, pero... ¡él les debía una disculpa a sus padres!—Está bien —dijo.Pero cuando llegó el fin de semana, Carlos faltó una vez más.—Lo siento mucho, hoy la empresa tiene una reunión importante de último momento, así que no tengo tiempo para acompañarte a visitar a mis suegros. La próxima vez definitivamente iré sin falta y te acompañaré —dijo Carlos con culpa por teléfono.—Está bien, entiendo —respondió sin preocupación alguna Paloma, terminando la llamada con tranquilidad. ¡Sin gritar ni armar escándalo!Incluso en su corazón, ya casi no quedaba decepción. Porque Carlos ya la había decepcionado demasiadas veces. Podía permitir que sus amigos la humillaran e insultaran de la peor manera, naturalmente tampoco le importarían sus padres ya fallecidos.Mirando el celular en sus manos, Palo

Camila también había obtenido la información de que Sebastián vendría al club a través del señor Moreno.Paloma y Camila estaban a punto de acercarse cuando Carlos llegó apresurado desde un lado y agarró el brazo de Paloma.—Me sigues hasta este punto, ¿qué pretendes hacer con exactitud?—No te estoy siguiendo. —Paloma se soltó con rabia de la mano de Carlos.—Ya llegaste hasta aquí, ¿y aún dices que no es seguirme? —dijo Carlos molesto—. ¡Vine aquí por negocios!Marina le había dicho que Sebastián estaría en el club ecuestre, y recientemente en los círculos de capital se rumoraba que Sebastián tenía intención de invertir en el campo de los drones. Casualmente, el nuevo proyecto de la empresa también estaba relacionado con drones, así que quería aprovechar para conocer mejor a Sebastián y ver si podía conseguir esa inversión.—Yo también vine por negocios —respondió Paloma sin cortesía alguna.—¡Qué negocios puedes tener aquí! —Era obvio que Carlos no creía las palabras de Paloma.Mari

Incluso por el pánico, uno de sus pies se resbaló del estribo, quedando desaliñada.—¡Ah! —Marina gritó. En ese momento ya no podía detener el galope del caballo.Viendo al caballo negro cargar directo hacia ellos, las personas que antes elogiaban las habilidades ecuestres de Marina se dispersaron despavoridas. Paloma con agilidad jaló a Camila para apartarse, evitando la dirección del caballo. Pero de pronto, con el rabillo del ojo vio que Sebastián seguía parado inmóvil en su lugar, ¡mientras Marina en el caballo incontrolable se acercaba cada vez más a él!Si continuaba así, ¡Sebastián definitivamente sería golpeado! Y una vez que una persona fuera embestida por un caballo a esa impresionante velocidad, ¡aunque no muriera, perdería media vida!Paloma se lanzó hacia Sebastián, con una fuerza explosiva increíble lo abrazó y rodaron hacia un lado. Entre los gritos aterradores de todos, los dos evitaron las pezuñas del caballo que se acercaba.Enrique suspiró aliviado. Si Sebastián hubi

—¿Usted me está reprochando por ser entrometida? —preguntó Paloma.—No, usted me salvó, naturalmente debo retribuirle de alguna manera. Pero, no sé qué tipo de retribución querría usted —dijo Sebastián.Al escuchar esto, las miradas de los presentes hacia Paloma mostraban envidia y celos.—¡No es necesario! —Rechazó con sutileza Paloma.—¿Y si insisto en retribuirle? —Sebastián dio un paso adelante, acercándose a Paloma.Su figura alta daba una sensación de presión.Paloma apretó con fuerza los labios, no queriendo enredarse más con Sebastián en este tema, así que dijo:—Si en realidad quieres retribuirme, ¡dona dinero a las escuelas primarias de las zonas montañosas pobres!Dicho esto, se llevó a toda prisa a Camila. Sebastián alzó ligeramente las cejas. ¿Donar dinero a escuelas primarias? La retribución que quería era inesperada, pero era bastante interesante.Marina en los brazos de Carlos miró con profundo rencor la espalda de Paloma que se alejaba y, aguantando el dolor de su cuer

—¿Vas a irte de aquí? —de repente, una voz se escuchó detrás de ella.Paloma se sobresaltó un poco, y al voltearse, Sebastián apareció ante sus ojos.—¿Cómo es que estás aquí? —preguntó Paloma, sorprendida.—Ya que la señorita Rivera rechazó a mi secretario, por eso vine a invitarla personalmente —dijo Sebastián.Paloma apretó con fuerza los labios. Si Sebastián había ido personalmente, parecía que esta cena no se podía rechazar.—¿Estas son las cenizas de tus padres? —La mirada de Sebastián se dirigió hacia los nombres de los difuntos pegados debajo del lugar donde se guardaba la urna: Emilio Rivera, Esperanza Vega.—Sí —respondió Paloma.—Las cenizas que están cubiertas con la bandera nacional no son de gente común, ¿no es así? —dijo Sebastián.—Son gente común, y también mártires —dijo con nostalgia Paloma.Sus padres sirvieron en el ejército durante treinta años, y cuando se alistaron ya estaban preparados para sacrificarse en cualquier momento.Cuando era pequeña, también había te