All Chapters of Secretos de una Heroína: Tras la Máscara de la Esposa Perfecta: Chapter 31 - Chapter 40

Antes de que Carlos volviera a casa, ella había buscado en su teléfono el precio de la última subasta de ese libro: 1.2 millones de dólares. ¡Ese libro costaba más que si fuera un bloque de oro!Carlos entrecerró los ojos.—¿Te gusta leer?Paloma se sorprendió un poco, pero después sonrió.—Así que no me conoces para nada.Por eso tampoco sabía qué le gustaba a ella.Su sonrisa hizo que el corazón de Carlos se encogiera de golpe, como si algo que había sido suyo se estuviera escapando poco a poco.—Lo de hoy fue un malentendido. Voy a hablar con mi mamá y con Valentina. En cuanto a lo del divorcio, no le hagas caso. ¡No me voy a divorciar de ti! —Su voz se cortó un momento, como si se sintiera culpable—. Sé que antes no te presté suficiente atención, pero de ahora en adelante te voy a prestar más.Paloma miró en silencio al hombre que tenía enfrente. Lástima que ya no tenían ningún futuro. Se divorciaría de él y terminaría con ese matrimonio.***Al día siguiente, Paloma fue a la empre

Paloma se acercó de un salto.—¿Estás herido?Él arqueó ligeramente las cejas.—Pensé que te preocuparían más estos inútiles que están tirados en el suelo.—No soy una santa —dijo Paloma. Pero como aún podía hablar así con ella, no debía tener nada grave—. Aquí no es seguro, ¡vámonos de aquí!Después de decir eso, tomó la mano de Sebastián y quiso llevarlo por la escalera de emergencia. Pero justo cuando se acercaban a la escalera, ella escuchó el sonido de "tic-tac, tic-tac".Cuando había subido, no había escuchado ese sonido porque estaba opacado por los ruidos de la pelea. Y... en el silencio después de la pelea, ese ruido se oía muy claro.¿¡Acaso era una bomba!?Paloma se asustó por dentro. En ese momento, el sonido del tic-tac se convirtió en ruido de corriente eléctrica. Paloma se volteó y casi por instinto se tiró encima de Sebastián.—¡Cuidado!Pero la explosión nunca llegó, hasta que se escuchó la voz fría del hombre que estaba debajo de ella.—No va a haber la explosión que

Cuando Paloma estaba en las fuerzas especiales, Héctor era miembro de su equipo, y ambos habían pasado por situaciones de vida o muerte juntos.—¿Se retiró? —Paloma se sorprendió—. ¿Cuándo?—Sí, poco después de que te casaras, se retiró. Estuvo tres años en el extranjero y hace poco regresó —dijo Camila.Ella se sorprendió mucho, ya que según lo que sabía, los Mesa deberían haber esperado que Héctor siguiera en el ejército para ir subiendo a posiciones altas.—Cuando tengamos tiempo, invitemos a Héctor para que nos veamos —propuso Camila—. Ya estuvo enojado tres años, ya debería ser suficiente.—Está bien. —Sonrió ligeramente Paloma, recordando la imagen del joven soldado de antes, lleno de energía, gritándole "Palomita".Pensándolo bien, cuando se casó, solo se registró; pero no le avisó a nadie. No debió haber hecho eso.En ese momento, Carlos entró al cuarto de lavado. Paloma arrugó la cara y colgó el teléfono.Él había ido porque escuchó la voz de ella, pero al ver la ropa ensangre

—¿Qué pasa? ¿Te pasó algo que te preocupa? —La voz de Marina sacó a Carlos de sus pensamientos.Volvió en sí y miró a la mujer frente a él. Una vez, ella había sido el sueño de su juventud. Ella era la señorita Torres, mientras él era solo un chico pobre sin nada. Ni siquiera se atrevía a imaginar que algún día podrían ser amigos, que podrían sentarse juntos a comer así.—No es nada, solo un pequeño problema —dijo, quitándole importancia. Luego, Marina sonrió.—Por cierto, sobre esa casa que mencionaste la vez pasada, fui a verla y me gustó bastante. El agente dijo que, si pago de una vez, el vendedor puede bajarle quinientos mil dólares más.Al escuchar esto, Carlos puso cara de dificultad. Esa casa era un regalo que quería darle a Marina. Si todo hubiera ido bien en la empresa, sacar tres millones para comprarla no habría sido difícil, pero en ese momento no podía conseguir ese dinero.—Lo de comprar la casa, mejor lo dejamos para después. Tal vez podamos encontrar una casa mejor —di

Camila recordó las historias que circulaban sobre Sebastián y se puso nerviosa.—¡Mejor no! ¡Prefiero mantenerme con vida!Según las leyendas sobre lo peligroso que era Sebastián, si alguien lo irritaba, ¡podría terminar muerto o discapacitado!—Ah, pero dentro de tres días va a haber un evento al que Sebastián también va a ir. Por suerte, a mí también me invitaron. ¿Por qué no me acompañas? Ahí podrías aprovechar y entregarle su ropa —sugirió Camila.Paloma estuvo de acuerdo.—Me parece bien.¡Como sea, era mejor deshacerse de la ropa de Sebastián cuanto antes y no deberle nada! Algo en su interior le advertía que era mejor no enredarse mucho con ese tipo. Cuando llegó el día del evento, Camila le exigió a Paloma que se pusiera un vestido elegante.—Solo voy a entregar una ropa, no hace falta que me vista de forma especial —protestó.—¡¿Cómo que no hace falta?! ¡No tienes idea de lo espectacular que te ves cuando te produces! Carlos debe estar ciego, tiene una mujer como tú y no la va