—¿Qué ocurre? —preguntó Camila.—Necesito hacer algo. Tengo que ver a la mamá de Carlos. Por casualidad, también me citó aquí —explicó Paloma—. Entra tú primero al evento; yo llego enseguida.—Está bien, pero tu suegra es mala gente. Citarte así, en un hotel, es raro. Mantente alerta —le advirtió Camila.—Ya lo sé. —Sonrió, revisando su teléfono, donde Carmen "amablemente" le había mandado un texto diciéndole que pasara por recepción a recoger la llave del cuarto.En el salón del evento, cuando Marina notó que Camila había entrado sola, se le dibujó una sonrisa en los labios. Parecía que Carmen y las otras habían logrado atraer a Paloma.¡Ella quería sus diez millones de dólares, pero ya vería si tenía las agallas! En este momento, no solo no conseguiría sus diez millones, sino que también quedaría destruida. Y cuando eso pasara, aunque Carlos no quisiera el divorcio, ¡se vería obligado a hacerlo!En la oscuridad del piso doce, Carmen y Valentina aguardaban nerviosas.—¿Por qué Paloma
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