All Chapters of Secretos de una Heroína: Tras la Máscara de la Esposa Perfecta: Chapter 81 - Chapter 90

Pero si no era la compensación por muerte, ¿cómo podría haber conseguido esa suma tan grande?Recordó cuando murieron sus padres y lo triste y dolida que ella se veía. También recordó cómo él se sentía ansioso e inquieto por falta de dinero. Cuando él deseaba desesperadamente el éxito, fue ella quien le dio esa cantidad de dinero diciéndole: “¡Usa ese dinero para cumplir tus sueños!”“¿Cómo tienes tanto dinero?”, le había preguntado, sorprendido en ese momento. “Es lo que mis padres me dejaron”, había dicho, pero su mirada hacia ese dinero estaba llena de tristeza. Pero, él estaba tan cegado por la alegría, que no notó para nada su tristeza.Carlos caminó paso a paso hacia Paloma y con voz ronca preguntó:—¿Por qué no me dijiste en ese momento que era... la compensación por la muerte de tus padres?En ese momento, una sensación de peso en el pecho lo estaba ahogando.—Porque no quería que sintieras que ese dinero tenía demasiado pesado; no quería ser una carga para ti —respondió Paloma

Al final, Paloma aceptó.No quería que Andrés cargara con presión por su culpa, además, tres meses no era mucho tiempo para ella y pasarían rápido. Sin embargo, antes de irse, Andrés le advirtió en voz baja:—Sin importar lo que pase, ya te retiraste del servicio. No importa qué, tu prioridad debe ser tu vida. Si te encuentras en una situación de peligro extremo, mantenerte viva debe ser lo primordial, ¿entiendes?Paloma entendía que él se preocupaba mucho por ella.—No te preocupes, sé lo que hago —le dijo.Él suspiró, sabiendo que, aunque se hubiera retirado, la naturaleza militar en sus huesos la haría elegir completar la misión. Sí, ella era hija de Emilio y Esperanza, esa naturaleza arraigada en su sangre no podía cambiarse.—Escucha: sin importar qué pase, debes mantenerte viva. No es solo mi deseo, sino también el de tus padres —le dijo Andrés con seriedad.Los ojos de ella se llenaron de lágrimas y, después de un largo momento, asintió. Después de que Andrés se fue, Sebastián m

Incluso cuando Paloma le pidió que pujara por el collar de rubíes que su madre había perdido en el extranjero, él se lo regaló a Marina.¡Si ella no hubiera rechazado el collar tirándolo al suelo, en ese momento, habría un collar de rubíes entre estas joyas!—¿Qué pasa, Carlos? —La voz de Marina resonó en sus oídos.Él volvió en sí y tomó un anillo de rubí.—Solo... solo ese anillo. Lo empeñaré primero y, cuando la empresa esté ganando dinero, te lo recuperaré y te compraré algo mejor.Pero al decir esto, su mano que sostenía el anillo se sentía caliente. Ese anillo parecía un hierro al rojo vivo, quemándole la palma. No había cumplido su promesa de cambiarle el anillo a Paloma por uno mejor, pero le había dado muchos a Marina.Aunque ella fuera su salvadora, Paloma... ¡era su esposa! ¡Era la esposa que había pasado con él por los momentos más difíciles, que había luchado junto a él para crear el negocio! Pero lo que le había dado a Paloma era muy, muy poco.—No importa. —Aunque Marina

Paloma también se sorprendió un poco, no esperaba ver a Marina.—¡Vino a tomar un vuelo! —Camila ya había respondido por Paloma—. ¿Qué pasa?, ¿los pasajeros en la sala de espera necesitan tu aprobación?El rostro de Marina cambió ligeramente.—¿No ibas a divorciarte de Carlos hoy? Paloma, ¿cambiaste de opinión y no pudiste separarte de él?Paloma respondió fríamente:—Ya nos divorciamos. De ahora en adelante, tú y Carlos pueden hacer lo que quieran.Marina suspiró aliviada. Mientras ella y Carlos estuvieran divorciados, podría estar abiertamente con Carlos en el futuro. Sin embargo, al ver el rostro frío de Paloma, una sensación de desagrado surgió en el corazón de Marina.—Por cierto, ya debes haber recibido los ciento cincuenta y tres mil dólares —Marina dijo de repente—. Hablando de ese dinero, fue gracias a que empeñé un anillo, así Carlos pudo darte el dinero. ¿No deberías agradecerme?Camila se enfureció.—¡Agradecer qué! Eres una amante, ¿tienes la razón? ¡No dices cuánto has sa

¡Andrés había llegado!Paloma miró atónita las figuras en la distancia. Detrás de Andrés también estaban el doctor Molina y los antiguos compañeros de armas de su papá y de su mamá, ¡y dos filas de soldados! Los movimientos de esos soldados eran coordinados, con caras llenas de seriedad. La sala de espera se quedó en silencio, todos mirando con asombro a esos uniformados.Los ojos de Paloma se enrojecieron. Cuando la habían hostigado y golpeado con bastones eléctricos, no había querido llorar. Pero, en ese momento, ¡sí quería hacerlo! Sabía que Andrés y los soldados del campamento habían venido a despedir de sus padres.Todo el personal de seguridad del aeropuerto bajó los bastones eléctricos que tenían en las manos, sin atreverse a hacer ningún movimiento más. Viendo esos uniformes militares frente a ella, recordó su propia identidad pasada como militar. Una vez había jurado que no haría nada ilegal.Conteniendo el odio en su corazón, quitó el pie de encima de Marina. Podría romperle