Al escuchar esa voz, todo su ser se tensó. Luego, oyó pasos acercándose por detrás. Por instinto, intentó alejarse, pero, presa del pánico, perdió la orientación. De pronto, una fuerza poderosa la jaló hacia atrás. Un auto pasó a toda velocidad y casi la atropelló.Ella se quedó petrificada por un momento. Palideció, cubierta de sudor, mientras su corazón latía a mil.—¿Estás loca o qué? Como una ciega, ¿cómo se te ocurre caminar de esa manera? ¡Estás buscando la muerte!Esa voz pertenecía a Sergio, su primer amor y antiguo prometido. Sin dudarlo dos veces, Nadia se liberó de su agarre.En los anteriores tres años, él no le había dirigido ni una palabra. Aunque a veces coincidía en las comidas familiares de los Soto, no habían conversado.Frente a Sergio, Nadia ya no tenía sentimientos amorosos hacia él, pero tampoco podía tratarlo como un completo extraño. Mantener la distancia era la mejor opción para ambos.Ella retrocedió un paso, manteniendo una actitud distante y cortés.—Gracias
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