Hace un par de días se habían visto. Cuando Ana la observó, tuvo sus sospechas, pero no tuvo oportunidad de confirmarlas. Ahora que todo el internet hablaba de ella, ya sabía a la perfección quién era ella.No era de extrañar que Carlos se negara a verla, ni a responder sus llamadas. Debió saber desde el principio que Nadia había regresado al país. Por eso, ya no necesitaba de una sustituta como ella. Al pensar en todo esto, clavó su mirada llena de envidia y rencor en Nadia.“Si ya te habías alejado de él, ¿por qué regresaste?”, pensó ella. La resignación la inundó.De pronto, un borracho se le acercó, cuyos ojos viscosos recorrían su esbelto cuerpo.—Linda, ¿te invito un trago? —le propuso.Ana, furiosa, no le hizo caso. Justo cuando estaba a punto de gritarle, se le ocurrió una brillante idea. Cambió con rapidez su expresión.—Pues, señor, mi novio fue al baño y pronto regresará. Pero mi hermana está soltera. Además, es una mujer muy… fácil, ¿me entiendes? Con solo un billete ella p
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