Por alguna razón, Nadia creyó vislumbrar un destello de ternura en la cara impasible del hombre… Pero al volver a mirarlo, confirmó que solo había sido una ilusión.Un taxi se detuvo justo frente a ella. Subió al auto de inmediato, ansiosa por alejarse. Al cerrar la puerta, sus ojos se posaron de manera inconsciente en Diego, que permanecía inmóvil en la acera.Era alto, imponente, con una elegancia innata que desafiaba su aura peligrosa. “Desde aquí, pensó Nadia, no parece el mismo hombre del privado”. Además, algo en su voz le resultaba familiar, como si lo hubiera escuchado antes. Pero, luego de reflexionarlo con cautela, descartó esa idea. ¿Cómo era posible que hubiera tenido contacto con alguien como ese tipo, tan peligroso?***Después de que Nadia se marchara, Diego se dirigió a la comisaría. Después de que Teo dejara al hombre con un policía, Leonardo no pudo evitar preguntarle a Diego.—Jefe, ¿por qué no llevó a la señorita Soto a su casa? Así habría tenido más tiempo con ella
Read more