—Papá, mamá... está muy oscuro, me duelen mucho los ojos... tengo miedo...Mis padres, cegados por la compasión, ni siquiera se cuestionaron cómo pudo Carina, en un entorno totalmente desconocido y con un ataque súbito en la vista, encontrar sin tropiezos su habitación.Lo único que hicieron fue abrazarla con ternura, al borde de las lágrimas por la angustia.—No tengas miedo, Carina. Papá y mamá están aquí contigo.Ella temblaba mientras se acurrucaba en los brazos de mi madre, con cara de niña asustada.—¿De verdad puedo quedarme con ustedes? ¿De verdad este puede ser mi hogar? ... es que... la hermanita...Al oír eso desde la puerta, el corazón se me cayó al suelo. Y como si fuera un resorte, mi papá irrumpió en mi habitación, me jaló del brazo sin darme tiempo a reaccionar, arrancándome de la cama aunque aún fingía dormir.—¿Qué le dijiste a Carina? ¡¿Qué te pasa, Estrella?! ¡No sabes comportarte! Carina siempre ha sido delicada de salud, ha sufrido muchísimo… ¿tan difícil es que l
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