Share

El amor no se puede forzar
El amor no se puede forzar
Author: Cristina

Capítulo 1

Author: Cristina
Cuando renací, regresé al día en que Carina Fernández llegó a mi casa.

Si el momento de mi renacimiento hubiese sido un poco antes, tal vez habría podido evitar la muerte de los padres biológicos de ella, o incluso habría amenazado con quitarme la vida para impedir que mis padres la adoptaran.

Pero ya estaba en casa. Por mucho que pataleara ahora, era demasiado tarde.

Carina era la hija del maestro de mi padre, un pintor famoso que la tuvo en la vejez y la crio como a una princesa. Desde pequeña mostró un talento extraordinario para la pintura, pero padecía una extraña enfermedad ocular: su vista fluctuaba entre momentos de claridad y oscuridad, y en cualquier instante podía quedar completamente ciega.

Sus padres la llevaron de médico en médico, buscando una cura. Pero un accidente terminó con sus vidas, dejándola huérfana a muy temprana edad. Su infancia fue triste, y quizás por eso, cuando mis padres la vieron por primera vez, decidieron tratarla como a una hija propia. O mejor dicho, más importante aún que su propia hija.

—Estrella, ¿no decías que querías una hermana? —dijeron mis padres, mirándome con dulzura—. Pues Carina será tu hermana desde hoy. ¿Estás contenta?

En mi vida pasada, con siete años, de verdad me había sentido feliz, al creer que había ganado una hermana, y había estado dispuesta a compartir con ella todo mi cariño. Jamás imaginé que venía a arrebatarlo todo.

—Estrella, sabemos que eres una niña muy comprensiva —me dijo papá—. Carina no está bien de salud. Aunque tú seas la menor, necesitamos que nos ayudes a cuidarla. ¿Podrás hacerlo?

Antes de que pudiera decir algo, vi cómo los ojos de Carina se llenaban de lágrimas.

—Entiendo que a mi hermanita le cueste aceptarme —dijo con voz temblorosa—. ¿Quién querría compartir el amor de sus padres con una extraña? Está bien, puedo regresar al orfanato.

A veces pienso que Carina también renació. ¿Cómo es posible que una niña de ocho años sea tan calculadora? Yo aún no había abierto la boca, y ella ya me había colgado el cartel de celosa.

Mi mamá, conmovida, se apresuró a secarle las lágrimas, diciendo:

—No llores, Carina, te hará daño a los ojitos. Desde hoy, somos tus papás.

Carina levantó su carita inocente, con las pestañas empapadas en lágrimas. Su rostro reflejaba tanta sorpresa y ternura que era imposible no conmoverse.

—Ya tengo papá y mamá…

Y así, los tres se abrazaron entre lágrimas, sin que nadie recordara preguntar qué opinaba yo. Carina tenía ese poder: hacer que todos la olvidaran a mí.

***

Esa noche, mis padres decidieron que Carina y yo durmiéramos en la misma habitación. Me quedé quieta, fingiendo dormir, mientras en mi mente daba vueltas a una sola idea: tenía que independizarme cuanto antes y marcharme de esa casa.

Después de todo lo que viví en mi vida pasada, lo comprendí con claridad: desde el momento en que Carina entró en nuestra familia, mis padres y mi hermano dejaron de ser míos. Pasaron a pertenecerle a ella.

Ya de madrugada, Carina se levantó de puntillas.

Entrecerré los ojos, fingiendo seguir dormida, y la vi caminar sigilosa hacia la habitación de mis padres.
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 9

    Justo en ese momento, la directora llegó corriendo tras haber estacionado el carro. Al verlo, los papás de Carina cambiaron la cara de inmediato: de furiosos a sonrientes, como si nada hubiera pasado.Carina entrará a la prepa el próximo año. Aunque sus calificaciones dejan mucho que desear, sueña con ir a la mejor escuela, así que ya empezaron a pensar en pedirle favores a la directora.Desde que supieron que Ester era hijo de la directora de una escuela de prestigio, Carina no pudo disimular su nueva actitud. Se le notaba en la cara… incluso soltó el brazo de Julio, al que había estado abrazando.—Yo sabía que mi hermanita Estrella no nos mentiría —dijo Carina con una voz empalagosa.Los papás Fernández también reaccionaron al instante, se rieron con incomodidad y empezaron a pedir disculpas… aunque, claro, no era por mí: lo hacían para no quedar mal con Ester. Yo solo estaba ahí, de paso.—Directora, muchas gracias por cuidar a Estrella… incluso en sus días libres.Ester no pudo evi

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 8

    —¡Problema en los ojos no significa ciega! ¿Por qué tenemos que estarla consintiendo todo el tiempo?La directora le dio un manotazo suave en la frente a Ester, como regañándolo por lo bajo.—Cuida lo que dices, chamaco —le advirtió con una sonrisa disimulada.Luego, me rodeó con los brazos y me atrajo hacia su pecho. Me acariciaba la espalda con ternura, como lo haría una madre de verdad.—Entonces a partir de ahora serás mi hija, ¿te parece? Una niña tan buena… si ellos no te quieren, yo sí.Me rompí. Me aferré al cuerpo cálido de la directora y lloré sin contenerme, como si todos los años de silencio se me hubieran acumulado en la garganta. Junto a nosotros, Ester murmuró en voz baja con cara de pocos amigos:—Si te hace su hija… entonces serías mi hermana.***Mis años de preparatoria fueron, sin duda, los más tranquilos y felices de mi vida. Incluso durante las vacaciones de invierno o verano, siempre encontraba una excusa para quedarme en los dormitorios, según yo, por “estudiar”

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 7

    —Vaya, los conectados siempre tienen sus privilegios, hasta pueden escoger asiento al centro.—A ver quién se atreve a sentarse con ella… seguro el profe los trae entre ceja y ceja. Qué horror.Uno a uno, los estudiantes fueron tomando distancia, dispersándose como si yo fuera una plaga. Al final, quedé sola, sentada en medio del aula, como una isla entre un mar de indiferencia. Me senté derecha, la espalda recta como una línea, e ignoré por completo los cuchicheos y burlas. En lugar de prestarles atención, abrí tranquilamente un libro de ejercicios y comencé a leer.Entonces alguien tiró de la silla a mi lado y se sentó sin dudar. Una mano alargada, de dedos finos y bien cuidados, se extendió frente a mí.—Hola, ¿tú eres Estrella Fernández? Mucho gusto. Soy Ester Donaire. ¿Puedo ser tu compañero de banco?Lo observé con cautela, sin mostrar emoción alguna. Tenía ese tipo de apariencia limpia y agradable que inevitablemente caía bien.—¿Estás seguro? Sentarte conmigo podría hacer que e

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 6

    Cada vez que necesitaban pisotearme para complacer a Carina, sacaban el mismo discurso gastado que ya me tenía harta:—Carina no está bien de salud, y su historia de vida es muy triste. Por favor, sé comprensiva con ella.Pero a mí ya no me afectaba. Porque el conocimiento me había dado algo que ellos jamás pudieron: poder.Empecé a estudiar por mi cuenta en los ratos libres, adelantando materias y leyendo más allá del programa. A los doce años me salté dos grados y me convertí en la estudiante más joven en la historia de nuestra ciudad en entrar a la preparatoria. De pronto, mi nombre estaba en todas partes: la niña prodigio de la familia Fernández.El teléfono de mi papá no dejaba de sonar: familias de renombre querían organizar reuniones, presentarme a sus hijos, incluso hablar de futuros compromisos. Pero por no herir los sentimientos de Carina, mi papá canceló todas esas invitaciones sin pensarlo dos veces.Nunca se detuvo a considerar cuánto me habría beneficiado establecer conex

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 5

    —¿Por qué dices eso? Si ya somos una familia...Carina, mientras fingía esquivar las manos de Julio con recato, me lanzó una mirada temerosa, como si yo la estuviera maltratando en silencio, como si fuera su sombra la que la perseguía.Julio de inmediato me fulminó con la mirada.—¡Estrella! ¿Por qué la tratas así? ¿Qué te pasó? ¡Tú no eras así antes!¿Y qué se supone que soy ahora? ¿La cruel? ¿La egoísta? ¿La que cambió? No, los que cambiaron fueron ustedes. Mamá, que antes me cuidaba con todo el corazón. Papá, estricto pero justo. Y tú, el hermano que solía protegerme con todo su ser. Ahora ya no los reconozco.Solté una sonrisa helada. Lo miré directo a los ojos y respondí sin temblar:—¿Por qué no le preguntas a Carina, a ver cómo dice que la “lastimé”? Le di mi cuarto. ¿Qué más quiere?Carina desvió la mirada. Esa culpa involuntaria en sus ojos la delataba. Pero lejos de calmarse, Julio se enfureció aún más, como si ver su fragilidad lo volviera loco.—¡Justamente es esa actitud a

  • El amor no se puede forzar   Capítulo 4

    Incluso en el momento más crucial —el examen de ingreso a la universidad de arte—, Carina tuvo otro de sus episodios con la vista. A mitad del examen, dijo no poder ver bien y no terminó su trabajo. Pero lo que sí hizo fue cambiar los nombres de nuestras hojas antes de entregarlas.Cuando salieron los resultados, reconocí al instante que la obra firmada con el nombre de Carina era, sin duda, la mía.Fui con papá y mamá, pidiéndoles que hablaran por mí. Pero ellos solo abrazaban a Carina, que lloraba como si se le hubiera muerto el alma, y a mí me soltaron su sermón de siempre.—Estrella, tú puedes volver a intentarlo el próximo año, pero Carina ya no tiene tiempo. ¡Tú sabes que en cualquier momento puede quedarse ciega!—Ella ha sufrido tanto desde pequeña… cede un poco, ¿sí? Tú vas a entrar la próxima vez, estamos seguros…Para ellos era tan fácil decirlo. Pero nadie sabía cuántas noches me quedé dibujando en la oscuridad hasta que los ojos me ardían como fuego. Todo porque sabía que,

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status