Tras la partida de ambos, Sofía se dirigió a urgencias.Apenas había dado unos pasos, cuando vio a Alejandro, de pie a poca distancia.La observaba con una expresión gélida, los ojos fríos como el hielo.Era imposible saber cuánto tiempo llevaba allí.Sofía bajó la mirada, fingió no verlo y apresuró el paso hacia la entrada.Al pasar a su lado, él la tomó bruscamente del brazo.—Sofía. Si te doblegas ante mí, olvidaré lo ocurrido. Retomaremos los preparativos de la boda. Al casarnos, ya no tendrás que trabajar más —dijo, su mirada oscura al posarse en los arañazos en su mejilla.Ella se soltó con un gesto frío.—No es necesario.Esto no es nada comparado con casarse con él, soportar sus infidelidades y arruinarse la vida por repugnancia.Sin concederle otra mirada, continuó su camino.Alejandro permaneció en el lugar, clavando la mirada en su espalda, la ira bullendo en sus pupilas.Él, dispuesto a ceder, rebajándose a pedirle que volviera… y ella lo despreciaba.¡Está bien!Le demostr
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