—¿Ya te vas? ¡Si apenas acabas de llegar! —Valentina frunció el ceño, visiblemente molesta.—Esta noche estarás ocupada, y además, no conozco a mucha gente acá. Me aburriría quedarme.Al pensarlo, Valentina asintió con la cabeza.—Está bien, quedemos otro día cuando tengas tiempo.—Sí, ocúpate de tus cosas. Yo me voy.Sofía bajó las escaleras, atravesó el gentío en el salón principal y se dirigió hacia la salida trasera.Justo cuando pasaba cerca del pabellón del jardín trasero, Alejandro la detuvo.Su rostro estaba sombrío, y los ojos estaban llenos de rabia.Sofía frunció el ceño, sin entender su comportamiento.—¿Qué te pasa?—Sofía, ¿qué está pasando entre tú y Sebastián?Al recordar cómo Sebastián le había puesto su chaqueta sobre los hombros y la había defendido, la irritación de Alejandro crecía sin control.Siempre había creído que no le importaba Sofía, pero al verla protegida por Sebastián, sintió una punzada en el corazón, como si un gato le hubiera arañado por dentro.Sobre
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