Después de observar ambos lados del pasillo y de asegurarse de que nadie la viera, Soraya tocó la puerta. Entonces, se escuchó la voz de Ezequiel.—Adelante.Al abrir, vio que no estaba solo: había otro profesor, de otra facultad, conversando con él.—Buenas tardes, profesor —saludó Soraya.El otro profesor, al verla, dijo a Ezequiel:—Tu alumna ya llegó. Entonces, me voy; lo dejamos como dijiste.Y, tras esas palabras, se fue.La oficina quedó en silencio, con solo ella y Ezequiel.—Siéntate —dijo él, levantándose para señalarle la silla frente a su escritorio.—Yo solo vengo por el formulario, en nada me voy —murmuró Soraya.—No hay prisa. Estos días casi no hemos podido vernos.Ella lo observó mientras se dirigía al rincón donde tenía la cafetera. Igual que la última vez, le preparó un café. Con lo que acababa de decir, Soraya no tuvo más remedio que sentarse.Pronto, la oficina se llenó con el aroma de café recién hecho. Cuando estuvo listo, Ezequiel le dio una taza y dijo:—Toma,
Read more