Ana Sofía se sentó en el sofá y, con calma de tormenta contenida, le contó a Teresa Núñez todo: cómo empezó con Elías Ortega, las grietas, la infidelidad, la humillación pública y el secuestro que casi termina en tragedia. Al terminar, se mordió el labio. En sus ojos había una confusión cansada: por más que quisiera cerrar el capítulo, él seguía dilatando el divorcio. Y con el poder y los contactos que Elías tenía en el medio, atorarlo era cosa fácil.—Licenciada Núñez, ¿con lo que tengo… es muy difícil que un juez me dé el divorcio? —preguntó con la voz apenas trémula.—Seamos claras, señorita Miranda: él es la parte en falta. Eso no está en discusión —Teresa frunció el ceño, marcando el ritmo con los dedos en el brazo del sofá—. Ahora, Elías es hábil y tiene red. Si decide aplanar todo, podría intentarlo. Pero hay un hecho nuevo: Irene está embarazada. Legalmente y frente a la opinión pública, eso te favorece. Mucho.El brillo le volvió a los ojos a Ana Sofía, como si una rendija dej
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