La distancia era perfecta: lejos del bullicio del yate principal, pero con una vista completa del espectáculo, como un cuadro gigante y brillante en movimiento.—¡Wow, qué hermoso!—¡Saquen fotos! ¡Este ángulo es increíble!Los invitados alzaban sus celulares, los chasquidos de los obturadores resonaban sin cesar, intentando capturar ese momento de lujo y romance.En el aire, los drones del Grupo Fernández sobrevolaban en silencio, registrando la grandeza de aquel instante desde todos los ángulos.Amanda, como un pavo real finalmente mostrando su plumaje, se fundía contra el pecho firme de Lucio.Alzaba la cara, sus ojos brillaban más que los fuegos artificiales.Era una mezcla de emoción, deseo y la satisfacción de sentirse dueña de ese instante.—Lucio, mira, qué belleza... —dijo con una voz deliberadamente dulce y temblorosa.Un mesero pasaba con una bandeja. Amanda, rápida, tomó dos copas de champán espumoso.Se volvió y le ofreció una a Lucio, mirándolo fijamente.—Lucio —dijo, re
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