Ante Meridiem

Después de renacer, tomé la firme decisión de dejar de obsesionarme con mi amigo de la infancia, Federico Torres. En su fiesta de cumpleaños colgó un cartel que decía: «Prohibido perros y Clementina». Sin titubear, me largué a Hawái y puse océanos de por medio. Cuando comentó que el simple olor de mi perfume le revolvía el estómago, obedecí y me mudé sin chistar. Al graduarnos anunció que no pensaba respirar el mismo aire que yo en ninguna ciudad; hice mis maletas —rápido— y desaparecí para siempre. Por último, aseguró que mi mera existencia podía malinterpretarse ante su amor imposible. Asentí y, muy pronto, presenté en redes a otro chico como mi novio. Una y otra vez elegí lo contrario a lo que hice en mi vida pasada. Porque, en aquella otra vida, cuando por fin me casé con él, su amor ideal se arrojó desde un acantilado. Él me llamó asesina, me torturó, me quebró… y acabé devorada por los peces. Esta vez, lo único que quiero es vivir de verdad. Así que tomé de la mano a mi nuevo novio. Pero Federico se plantó en medio de la calle, con los ojos encendidos de rabia. —Clementina, ven conmigo ahora y olvidaré esta broma.

"Come, sit here" itinuro ni Bryan ang kanyang hita kung saan nya gustong paupuin si Nathalie. Agad naman itong sinunod ni Nathalie. Umupo nga sya sa hita nito na nakaharap sya sa table. "No, that's not how I want you to sit. Humarap ka sa akin and both of your legs should be opposite side of my thigh". Hindi malaman ni Nathalie ang gagawin dahil tanging bistida lang ang suot nya na hanggang legs dahil yun ang sabi ni Bryan. "Ahm kase Bryan bistida lang suot ko e ,pwedeng magpalit muna ako? Magsusuot lang ako ng underwear" Sagot naman ni nathalie dahil wala nga naman syang suot na pang ibaba. Tatayo na sana si Nathalie ng bigla syang hawakan ni bryan sa magkabilang bewang nya at iniangat sya nito, pinaupo sa kanyang hita na ngayon ay magkaharap na silang dalawa at ang dalawang hita ni Nathalie pinag-isahan ng dalawang side ng legs ni Bryan, dahilan para maramdaman ni nathalie sa kanyang gitna ang matigas na bagay sa loob ng boxer nito dahil wala syang suot na underwear. " I don't care kung wala kang Bra at underware dahil tulad nga ng sinabi ko, kapag nandito ako sa bahay you have no right to wear undies, only dress." galit na sabi nito. Hep hep hepppppp HAHAHAHAHA "This story is puro imahinasyon ko lamang at bawal sa bata, for adult only okay?? Hahaha kung ikaw ay 18 years old pababa, bawal ka dito. Understood? HAHAHA Enjoy reading mga ante" hahaha

El día del control prenatal, mi esposo Emilio estaba ocupado en el trabajo, pero su amiga de la infancia, con quien llevaba años de coqueteo, Laura se ofreció a llevarme en auto. En el camino, de pronto giró el volante y el vehículo se estrelló de lleno contra la parte baja de un camión de carga; la carrocería quedó aplastada al instante. No llamé a mi esposo, que era médico de urgencias, sino que marqué al servicio de emergencias y esperé el rescate, solo porque, en mi vida anterior, lo primero que hice fue llamarlo para que me llevara al hospital. Al final, el bebé se salvó, pero Laura murió en el acto por la gran pérdida de sangre. Él decía que no me culpaba, que me recuperara tranquila, incluso me consiguió una habitación individual en el hospital. Pero el día del alta, me llevó a la tumba de Laura, allí, me clavó un cuchillo en el vientre; el bebé murió y yo quedé al borde de la muerte. Sus ojos estaban llenos de un odio encendido, y, ante mis súplicas, solo dijo con frialdad: —¡Si no hubieras girado el volante a propósito, Laura no habría muerto! ¡No creas que por fingir inocencia voy a creerte! Ojo por ojo: ¡quiero que la acompañes en la tumba! ¡El dolor que ella sufrió antes de morir, tú lo vivirás diez veces... cien veces más! Giró el cuchillo con fuerza, una y otra vez, atravesando mi cuerpo. La sangre salpicó sobre la lápida, tiñendo de rojo el nombre de Laura. Cuando abrí los ojos, estaba de vuelta en el lugar del accidente.

Él susurró el nombre de ella novecientas noventa y nueve veces mientras dormía. Nunca el mío. Durante cinco años, le di todo a Vincent Bonanno, el heredero de una de las dinastías mafiosas más poderosas de Europa. Hice de su casa un hogar, recordé cada detalle descuidado que soltaba e incluso abandoné mi sueño de convertirme en artista, creyendo que un día, finalmente, me elegiría. Pero cada vez que aparecía Alessia, su lealtad se inclinaba hacia ella. La noche en que el fondue hirviente me dejó cicatrices en los brazos, él se apresuró a protegerla de un rasguño que apenas le enrojeció la piel. En público, su mirada nunca se quedaba conmigo, en cambio solo se perdía en ella. Yo era la esposa ante la ley, más nunca lo fui en la práctica. Así que me marché. Solo con una maleta, los papeles del divorcio que firmó sin darse cuenta y un secreto que nunca planeé compartir: tenía tres meses de embarazo. Él se dio cuenta demasiado tarde. Para ese momento, el divorcio ya era real, al igual que el expediente de la clínica. Y para cuando se dio cuenta, yo había desaparecido. En aquel momento, el hombre que alguna vez gobernaba ciudades con un poder despiadado, estaba dispuesto a poner el mundo patas arriba para encontrarnos. Él tenía soldados, dinero y mil disculpas que nunca me dio cuando yo todavía era su esposa. Pero yo ya no era la mujer que suplicaba por su afecto. Era una madre, una artista y una sobreviviente. La pregunta no era si Vincent podía alcanzarme. La cuestión era si, cuando lo hiciera, alguna vez lo dejaría volver a la vida que destruyó.

La vie paisible et tranquille d'Emily est réduite en miettes en une seule journée par nul autre que le diable déguisé. Il s’est imposé dans sa vie dans un fracas assourdissant, bouleversant tout son monde, l’exposant à une vie qu’on lui avait toujours appris à fuir. Sa vie tranquille est brisée quand il, un chef de mafia impitoyable et rusé, éclate dans son univers, l’ouvrant à un monde de danger et de tromperies. Avec sa présence menaçante et son charisme, il attire Emily dans un royaume sombre de crimes et de passions, la forçant à affronter des secrets et des désirs qu’elle avait longtemps réprimés. À mesure que leurs mondes se percutent, Emily doit naviguer dans le paysage traître de son domaine, où la loyauté est un luxe et la survie l’objectif ultime. EXTRAIT — "Tu n’écoutes pas, hein, ma jolie ?" Il rit d’un rire sombre. Emily le repoussa de toutes ses forces et saisit une arme qui traînait par terre, elle appartenait à l’un des hommes qu’Angelo avait tués, et s’assurant qu’il y avait une grande distance entre eux, elle visa l'arme sur lui. Ses mains tremblaient, mais elle ne se laisserait pas faire. — "Tu crois vraiment que ça va me faire peur, ma petite ?" Angelo rit, son rire sinistre résonnant dans ses oreilles tandis qu’il parlait d’une manière sadique. — "T’es un meurtrier, d’abord tu as tué ma tante, maintenant tu as tué des innocents, combien d'autres vas-tu tuer ?" Emily hurla, sa main tremblant tandis que la peur la saisissait. — "Tu veux vraiment savoir ?" Angelo demanda, s’avançant encore plus près.

Après la mort de sa compagne, l'Alpha Cédric Didier a passé dix ans à m'en vouloir. J'étais la guérisseuse Oméga qu'il n'avait jamais choisie, liée à lui par le devoir, pas par l'amour. J'étais une remplaçante, une cicatrice existait toujours sur un lien que aucun d'entre nous n'avait demandé. Peu importe la profondeur avec laquelle je soignais ses blessures, peu importe le calme avec lequel je restais à ses côtés, tout ce qu'il disait, c'était : « Si tu veux vraiment me faire plaisir, Clara... alors disparais. » Mais quand la mort est arrivée, ce n'est pas moi qui suis tombée. C'est lui. Saignant dans mes bras, Cédric m'a regardée une dernière fois et a murmuré : « Si seulement je ne t'avais jamais rencontrée... » Aux funérailles, sa mère a pleuré. « Il aurait dû être avec Solène. Je n'aurais jamais dû le laisser s'accoupler avec toi. » Le regard de son père m'a transpercée. « Cédric t'a sauvée trois fois. Pourquoi n'était-ce pas toi dans cette tombe ? » Tout le monde regrettait qu'il se soit lié à moi. Même moi, je le regrettais. J'ai été chassée de la meute sans rien... Pas de titre. Pas d'argent. Pas de tanière à moi. Et puis... peut-être que la Déesse de la Lune avait pitié de moi. Elle m'a donné une dernière chance de réécrire le destin. Cette fois, je ne le supplierais pas de m'aimer. Cette fois, je ne l'attacherais pas à la douleur. Cette fois, je couperais le lien avant qu'il ne commence. Je pouvais déjà entendre les rouages du destin tourner, et cette fois, j'agirais en premier.