Después de 99 decepciones, ya no quiero su amor
El día de mi boda, mi hermana menor regresó al país de improviso.
Mis papás, mi hermano y mi prometido me dejaron sola y se fueron al aeropuerto a recibirla.
Mientras ella subía a sus redes una foto grupal, presumiendo que todo mundo la adoraba, yo marqué una y otra vez: me colgaron todas las llamadas.
El único que contestó fue mi prometido:
—No hagas un drama; la boda se puede volver a celebrar.
Ese día me convirtieron en el hazmerreír de la boda que tanto había esperado. La gente señalaba, se burlaba, y yo tragué en seco.
Respiré hondo, arreglé todo yo sola y, en mi diario, escribí un número nuevo: 99.
Era la decepción número noventa y nueve. Entendí que no iba a seguir esperando su amor.
Completé la solicitud para estudiar en el extranjero y empaqué mi maleta.
Todos creyeron que, por fin, me había calmado. No sabían que ya me iba.