La Decimoctava Traición, Enterré Mi Corazón
Cuando mi novio piloto canceló por decimoctava vez nuestra boda, me cansé.
La primera vez, dejó todo porque su alumna tuvo la regla y corrió a comprarle té de jengibre con azúcar moreno.
La segunda, su alumna falló en una misión; él solo dijo que estaba de mal humor y me convirtió en el hazmerreír de todos en el banquete.
En tres años de relación, siempre que ella tenía un problema, él me dejaba plantada sin pensarlo dos veces.
Al fin, comprendí: quizá en su corazón yo nunca importé.
Así que compré un billete a París y decidí viajar sola por el mundo.
De esta forma, ya nadie volvería a abandonarme.