la Nochebuena, la Amante Mala
En la Nochebuena, mientras soltaban globos al cielo, la amante de Francisco Barrera encendió a propósito un fuego artificial que me dejó con quemaduras graves.
Mi espalda, de la que me habían arrancado piel para injertársela a Laura Tamez, ahora estaba ahora aún más desgarrada y sangrante; aun así, me negué con firmeza a pedirle ayuda a Francisco.
En cambio, protegí con mi cuerpo al nieto mayor de los Muñiz, apenas recién recuperado por la familia, y me lancé a una desesperada maniobra de rescate.
En mi vida pasada, fue Francisco quien me dio una patada en la espalda para que no estorbara el paso de su amante al hospital.
—Angela Vargas, ¿te divierte usar al niño como pretexto? Aunque estés embarazada, tú y tu hijo no son más que un banco de órganos para Laura. Yo misma te malacostumbré… por eso te atreves incluso a matar y a incendiar.
Fui borrada de todos los hospitales, arrojada a las listas negras.
Al final, morí con mi hijo en el vientre, cargando un odio que me atravesó hasta la tumba.
Cuando volví a abrir los ojos, vi a Laura encendiendo a escondidas un fuego artificial, apuntando hacia el cielo nocturno. Su sonrisa venenosa me taladró los oídos:
—Llévate a tu bastardo directo al infierno.