Yasmine Al-bustami Height

La chica que Iván Herrera mantenía volvió a buscarme para hacer una escena. —De verdad amo demasiado a Iván… ¿no podrías dejar que se quede conmigo? Él, sentado a un lado, no dijo nada. Solo me envió un mensaje: «Dile que sí, solo hazle creer que tiene una oportunidad.» Le seguí la corriente. Y, en silencio, empecé a empacar mis cosas para dejar la casa que compartíamos. Al salir, escuché las burlas de sus amigos. —Vaya, sí que es obediente la «esposa». Entonces si le pides que pierda al bebé, ¿también lo haría? Iván alzó las cejas, con calma. —¿Apostamos? —Yo digo que en una semana estará llorando frente al hospital… pero lo hará. Yo no dije nada. Solo abrí otro chat, leí el último mensaje: «¿Quieres casarte conmigo?» Y respondí: «Sí.»

Cuando el primer amor de mi esposo descubrió que estaba embarazada, me empujó deliberadamente por la borda del crucero. Pero en lugar de gritar pidiendo ayuda, agarré a Camila —mi suegra, la madre de León— que también había caído al agua, y juntas luchamos por sobrevivir. En mi vida anterior, había gritado desesperadamente en el mar, por lo que mi esposo organizó de inmediato un equipo de rescate que nos salvó a ambas. Pero las manchas de sangre de su primer amor atrajeron tiburones que la devoraron viva. Después de que ella muriera, mi esposo dijo que no merecía ninguna lástima por haberme empujado al agua, y aunque yo estaba aterrorizada, él accedía a todos mis caprichos. Sin embargo cuando nuestro hijo nació, ocurrió que él usó la tablilla conmemorativa de su primer amor para golpear al bebé hasta matarlo. —¡Todo es culpa tuya, maldita, por hacerme perder a mi verdadero amor! ¡Ahora sabrás lo que se siente al perder a alguien! Con todas mis fuerzas, hice que él y yo muriéramos juntos. Cuando volví a abrir los ojos, descubrí con asombro que había regresado a ese mismo mar.

Nelson se tragó por accidente una nueva droga afrodisíaca y su situación era crítica. Como su médico de cabecera, no tuve más opción que convertirme en su salvavidas. Como soy naturalmente fértil, me quedé embarazada con esa vez. Me casé con él y tuvimos unos gemelos, un niño y una niña, sumamente inteligentes y traviesos. Pero, después de casarnos, Nelson no quería que los niños lo llamaran «papá» y pasaba todo el día abrazando una foto de su alma gemela, borracho. Al cumplir diez años de matrimonio, él prendió fuego la casa y nos mató a los niños y a mí en el sótano. Resulta que, durante todo ese tiempo, Nelson guardaba rencor por lo que había hecho al salvarlo. Él pensaba que lo había hecho solo para acercarme a los poderosos, que había sido esa intervención la que había roto su relación con su amor, y que eso había causado que ella perdiera la cabeza y muriera en un accidente. Cuando volví a abrir los ojos, me di cuenta de que había regresado al día en que Nelson se tragó la droga. Esta vez, decidí darle la oportunidad de salvar a su amor platónico, mientras yo me dirigía al estudio...

Durante mi recuperación después del parto, mi esposo, Rubén Gutiérrez, llegó a la casa tambaleándose, borracho perdido. Venía con varios que lo sostenían... y con una mujer. Terminó vomitando por toda la sala, y yo, sin decir una sola palabra, me quedé a su lado cuidándolo toda la noche. Jamás imaginé que, al amanecer, lo primero que saliera de su boca fuera: —Está embarazada. Mejor nos divorciamos. No lloré, no grité. Solo asentí con calma. En otra vida, recuerdo haber corrido desesperada por la calle, con mi hija en brazos. Esa mujer pronto se ganó la fama de "fácil" en el pueblo, y hasta la echaron de su casa. Acorralada, terminó lanzándose al río. Rubén, por sus escándalos, perdió el trabajo. Y aun así, nunca me culpó de nada. Cuando nuestra hija cumplió un mes, Rubén encendió una hoguera enorme en el jardín... y nos quemó vivos: a mí, a la niña y a mis padres. Antes de que todo se apagara, alcancé a ver su cara desfigurada por el odio. —¡Bájense al infierno! —gritó—. Váyanse a acompañar a Mariana. Y entonces, al abrir otra vez los ojos, me encontré de vuelta en el mismo instante exacto en que me dijo que quería divorciarse.

“I'd do it,”   a voice interrupted. “I'd kiss her.”   Laughter cut short like a needle across a vinyl. Heads turned. Eyes widened. There he was— leaning against the auditorium doorway, dressed in all leather black, clutching a helmet, exuding that dangerous calm was— Killian Lancaster— The school bad boy— The school rebel. The dream boy of every female. Boys wanted to be like him, girls wanted him as a boyfriend, teachers saw him as a nuisance who's hardly in school or attended classes but somehow aced all his classes. He's freaking hot with his tall lean intimidating height, coupled with his pretty face and his long jet black hair hanging on his shoulders to round off the ensemble. His water glass eyes that melted both boys and girls fixated on me. —- Brielle Everly has spent her life in the shadows—overweight, shy, and constantly mocked for her body. She’s invisible to the world, an outcast in her own school. But everything changes when she’s tricked into the lead role of the school play. And the worst part? She has to practice kissing scenes with him—Killian Lancaster, the untouchable bad boy wrapped in leather and mystery. But Killian isn’t just a rebel on a motorcycle. Beneath the smirks and defiance lies a secret the school knows nothing about—a truth darker than anyone could imagine. As their worlds collide, an undeniable pull draws him to Brielle—one he can’t explain, control, or resist. But when she discovers who—or what—he really is, will she be his salvation… or his downfall? Because in the end, Brielle isn’t just a girl he can’t ignore. She’s the key to breaking the curse that haunts him and his kind. The only question is… will she save him, or doom them all?

El día del control prenatal, mi esposo Emilio estaba ocupado en el trabajo, pero su amiga de la infancia, con quien llevaba años de coqueteo, Laura se ofreció a llevarme en auto. En el camino, de pronto giró el volante y el vehículo se estrelló de lleno contra la parte baja de un camión de carga; la carrocería quedó aplastada al instante. No llamé a mi esposo, que era médico de urgencias, sino que marqué al servicio de emergencias y esperé el rescate, solo porque, en mi vida anterior, lo primero que hice fue llamarlo para que me llevara al hospital. Al final, el bebé se salvó, pero Laura murió en el acto por la gran pérdida de sangre. Él decía que no me culpaba, que me recuperara tranquila, incluso me consiguió una habitación individual en el hospital. Pero el día del alta, me llevó a la tumba de Laura, allí, me clavó un cuchillo en el vientre; el bebé murió y yo quedé al borde de la muerte. Sus ojos estaban llenos de un odio encendido, y, ante mis súplicas, solo dijo con frialdad: —¡Si no hubieras girado el volante a propósito, Laura no habría muerto! ¡No creas que por fingir inocencia voy a creerte! Ojo por ojo: ¡quiero que la acompañes en la tumba! ¡El dolor que ella sufrió antes de morir, tú lo vivirás diez veces... cien veces más! Giró el cuchillo con fuerza, una y otra vez, atravesando mi cuerpo. La sangre salpicó sobre la lápida, tiñendo de rojo el nombre de Laura. Cuando abrí los ojos, estaba de vuelta en el lugar del accidente.

Al renacer en el día de la elección de esposo para mi hermana mayor y para mí, descubrí que podía escuchar los pensamientos de los demás. Escuché a mi hermana decir en su mente: “Esta vez, tengo que conseguir al buen marido primero.” Ansiosamente, se llevó a mi esposo amable de la vida anterior y me dejó con el hombre violento que la maltrataba. Sonreí. ¿Acaso creía que el hombre con el que me casé antes era un buen tipo?

(Previously called His Own Undoing) "You really think I'm playing around?" He grounds out me through gritted teeth and he takes a step closer and I begin to move back. "I gave you a strict instruction and you disobeyed, you chose to rebel." There is about one zillion comeback running through my head, but my brain only focuses on the man whose green eyes has somehow turn into black because he's mad at me. "Do you know what happens to rebellious people?" I keep moving back until my back hit the wall and I hiss out in frustration. I swallow hard and try not to look at him, pissing him off would be a good thing when we aren't the only ones in the whole house. "Do you?!" He demands with a roar. "No, I don't. Tell me." I say, hiding the trembling of my voice as I look up at him. He takes a firm step close to stand intimately close to me, his height making me feel like a little child. "They get punished." And for the first time in the last five to six-minute, I see his green eyes instead of black ones looking into mine with lust and my brain go blank for a second and I have to shake it to restart it. Even I can't deny the intense feeling I have been having, I don't want to be in denial any more. I do want to be close to him and as much as it scares me, it draws me in to know more. "Then punish me." ***** The arrangement was, I get to meet her, propose to her, we get married as that would create a stronger bond between the two business associates, bringing us together as a family. Falling in love with her personal assistant was never part of the arrangement.

Durante el turno de noche, me negué a la petición de mi hermana adoptiva de ayudarle a ponerle la intravenosa a su paciente. Vi con mis propios ojos cómo un niño de siete años moría por una reacción alérgica causada por el medicamento equivocado. En mi vida pasada, justo después de haber terminado de aplicar la infusión, los familiares furiosos irrumpieron en la estación de enfermeras y me golpearon hasta dejarme el rostro desfigurado. Pero yo había administrado simple glucosa, imposible que provocara una tragedia así. Con la conciencia nublada, escuché que alguien llamaba a la policía. Creí que por fin llegaba un salvavidas. Nunca imaginé que el oficial, mi propio hermano, me tumbaría contra el suelo. El médico forense, mi amigo de la infancia, sacó el informe de la autopsia y me señaló como culpable. No tuve cómo defenderme; al final, los padres del niño, enloquecidos por el dolor, me golpearon hasta matarme. Incluso en el momento de mi muerte, no pude entender por qué mi hermano, que siempre me había cuidado, y aquel amigo de la infancia al que yo quería tanto, se volvieron contra mí. Cuando volví a abrir los ojos, estaba otra vez en esa misma noche.

Verssa Yanng, at a youthful nineteen years of age, boasts an undeniable allure, his striking visage, height six feet in stature, lean yet sturdy. His attractiveness is undeniable; he possesses a universally pleasing look that captivates from every angle. By the tender age of eighteen, Vers had already ascended to the summit of the fashion world as a coveted Top Super Model, dominating the runways of fashion weeks across nearly all continents. At nineteen, his cameo appearance in a movie unexpectedly seized the spotlight, with the supporting role eclipsing even the film's protagonist. Yet, the rosy facade of fame conceals its thorns. Beneath the dazzle lay the shadows of terror: malevolent letters, corrosive threats, and the persistent nocturnal intrusion of rabid fans knocking on his apartment door. Vers recalls having relocated over five times due to the relentless leakage of his whereabouts to his fanatic followers. One night, after a midnight shoot, Vers almost get kidnaped by a group that blocked his car and forcibly pulled him out. An escape landed him in a hospital bed, where he awoke to the presence of a mysterious figure in black. Gale Anderson, a former war veteran turned professional bodyguard, now stands as a sentinel for Vers. A very quiet and mysterious man, handsome yet frigid. His countenance rarely betrays emotion, six feet and five inches tall. His broad hands lifted Vers's slight frame with ease that rendered him akin to a mere child in his grasp. His aura is shrouded in enigma, withholding the identity of his employer, yet his mission remains unwavering: to keep Vers safe by any means necessary. For Vers, unfortunately, it's like a living nightmare; his freedom was robbed as his watchful bodyguard trailed him incessantly, even to the restroom.