Share

Capítulo 05

Author: Mariana Luna Viento
Él jadeaba levemente, con el flequillo pegado a su frente, empapado en sudor.

—¿¡Qué haces aquí!? ¿¡Cómo entraste!? —pregunté, poniéndome alerta de inmediato.

Justo lo estaba insultando, llamándolo demente... y ¡zas!, se aparece como invocado. No se puede hablar mal de la gente ni a sus espaldas.

—Renata… volví.

Antes de que pudiera reaccionar, Santiago me envolvió en un abrazo fuerte. Su perfume de limón me invadió la nariz. Era mi favorito. Antes.

Lo empujé con fuerza. Mi cuerpo lo rechazó por completo, con náuseas instantáneas.

—¡Fuera de mi casa o llamo a la policía! —grité con furia.

Asco. Miedo. Rabia. Todo se mezclaba como veneno en mis venas.

Santiago se quedó helado, y, de pronto, bajó la mirada hacia su reloj, murmurando:

—Pero si ya pasó el tiempo… el efecto del fármaco debería haber desaparecido…

—¡Te vas ya mismo! —exclamé, sacando mi teléfono para marcar.

Pero él se lanzó hacia mí y me lo arrebató.

—Renata, tranquila, soy yo, Santiago. No soy un extraño. Solo… solo olvidaste. Dame cinco minutos, vas a recordarlo todo.

Yo no quería escucharlo. Me daban arcadas solo de verlo. Sentía un calor nauseabundo subir por la garganta.

Sabía que no podía enfrentarme a él. Era más fuerte, más rápido. Así que tenía que usar la cabeza.

Fingí que accedía a hablar, mirándolo con expresión neutral.

Él, al notar que no lo echaba de inmediato, respiró aliviado y me devolvió el celular.

En cuanto lo tuve en la mano, marqué el número de emergencia.

—¿Por qué no confías en mí, Renata? —preguntó con voz temblorosa, como si yo fuera la mala de la historia—. No me odies…

De pronto, sacó de su bolsillo un nuevo frasquito, lo destapó y, sin más, trató de forzarlo contra mis labios.

—¡¿Qué es esto?! —grité, intentando zafarme con todas mis fuerzas, pero él me sujetaba.

En la desesperación, agarré lo primero que encontré —un jarrón grande— y se lo reventé en la cabeza.

¡Crash!

Rápidamente, comenzó a sangrar, con la frente abierta. Pero, aun así, no me soltó y me obligó a tragar casi todo el líquido.

Caí al suelo, tosiendo e intentando vomitarlo.

Él, con la sangre bajándole por la cara, me miraba con una expresión de esperanza absurda.

—¡Basta! ¡No te acerques! ¡Ya llamé a la policía! —le grité, agarrando un pedazo afilado de cerámica rota.

Santiago finalmente se detuvo y dio un paso atrás. Pero aún extendía el frasco con la poca droga que quedaba.

Sus ojos estaban rotos, y, con un tono lleno de humillación, dijo:

—Solo un poco más, por favor… ya casi vas a recordar. Te lo juro, Renata… —Estaba desesperado, y, con los ojos rojos y la voz quebrada, añadió—: No sé por qué pasó esto. Pero te amo. ¡Estuvimos cinco años juntos! ¡Íbamos a casarnos!

—¡Cállate! —lo interrumpí—. Sé todo eso. Pero también sé que te fuiste con tu ex y me traicionaste. ¿Qué más quieres?

Él seguía hablando y hablando, pero yo ya no lo escuchaba.

Todo me daba vueltas.

La cabeza… me pesaba. Las palabras… se sentían lejanas…

Antes de caer inconsciente, lo último que vi fue su cara iluminada por una sonrisa esperanzada.

Cuando abrí los ojos… vi un techo blanco, y el olor a desinfectante me invadió, seguido de la voz escandalosa de Valeria.

—¡Dios mío, Renata! Ese enfermo te hizo tomar algo raro. ¡Está loco!

Me habían llevado al hospital. La policía había llegado a tiempo.

Al parecer, cuando marqué el número de emergencia, la operadora escuchó suficiente para enviar una patrulla de inmediato.

Me encontraron desmayada, y, una vez en el hospital, me tuvieron que hacer un lavado de estómago.

Y ahora, Valeria me miraba como si no supiera si abrazarme o estrellarme la almohada en la cara.

En ese momento, un oficial se me acercó con cara seria.

—Señorita Morales, si desea iniciar una denuncia formal… será complicado. Él tenía llave. No hay prueba clara de que haya forzado la entrada.

—¿Y el líquido que me hizo tragar?

—Fue analizado. No contiene toxinas. De hecho, contiene compuestos aprobados para tratamiento de recuperación neurológica. Está registrado, con ensayos clínicos exitosos.

O sea… ¿yo era la que iba a tener que luchar para denunciarlo?

Pero una cosa me quedó clara: ya no bastaba con ignorarlos. Tenía que poner distancia de verdad.

Justo en ese momento, recibí una oferta para trabajar como profesora asistente en la Universidad de Santa Lucía del Valle, y no dudé en aceptarla.

El día del encuentro para la mediación legal, él estaba ahí, esperándome con los mismos ojos rotos de siempre.

—Renata, ¿te acuerdas de mí? —preguntó con voz suplicante—. Íbamos a casarnos… solo fue un accidente. Yo solo quería ayudarte a recordar.

Se me acercó y me abrazó con desesperación. Quise decir algo, pero antes de que pudiera soltar nada, Valeria se interpuso entre nosotros como una leona.

—¡Suéltala, imbécil! ¡No te le acerques!

El policía intervino y lo separó de inmediato.

Santiago lloraba. En serio. Como si se le rompiera el alma en pedazos.

—¡Ya pasó un mes! ¡El efecto debería haber desaparecido! ¿¡Por qué no te acuerdas de mí!?

—No te reconozco —respondí, apartando la mirada—. Y si vuelves a acercarte, te denunciaré de nuevo.

Su rostro se oscureció, y, antes de que yo me marchara, soltó:

—Te voy a dar una boda aún más grandiosa. Lo juro.
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 11

    Al final, también yo me di la vuelta y me fui.Caminé con pasos firmes.Pero al girar… sin saber por qué, las lágrimas empezaron a caer.No había razón.No había pensamiento.Solo lágrimas.Como tantas otras veces antes.Pero esta vez… tuve la certeza de que sería la última.Detrás de mí, escuché gritos.Santiago se desmayó. La gente se agolpaba. Alguien gritó pidiendo ayuda.Pero ya nada de eso tenía que ver conmigo.Ese pasado… ya no me pertenecía.Todo lo que me dolió, todo lo que me dejó sin aliento…ya quedó atrás.Ahora, iba al encuentro de un futuro sin él.Adiós.***Meses después, Valeria vino a visitarme a Santa Lucía del Valle.Trajo consigo una noticia impactante.—¿Sabías que Jimena sí tenía cáncer al final? —me dijo mientras tomábamos café—.Murió hace poco. Ya hicieron el funeral.—¿En serio?—Sí… por eso te digo: no se puede andar jugando con esas cosas. A veces, el destino escucha.Asentí sin decir nada más.***La última vez que vi a Santiago fue justo en la puerta de

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 10

    Santiago finalmente desapareció.Desde aquel último episodio, no volvió a aparecer.Y yo, por fin, me preparaba para cerrar este capítulo.Estaba empacando mis cosas para mudarme a Santa Lucía del Valle, donde me ofrecieron una plaza como profesora universitaria.Valeria me ayudaba a guardar la ropa cuando de pronto recordó algo:—Ah, por cierto… ¿Sabías que la señora fingió su enfermedad?La tal Jimena nunca tuvo cáncer.—¿Ah, no?—Nada. Consiguió certificados médicos falsos, exámenes alterados, todo armado. Ya desmantelaron esa red de documentos truchos… y ella quedó salpicada.—Qué bien. Mientras no se acerque más, me da igual —dije sin levantar la vista.No esperaba volver a verlo.Pero en el aeropuerto, antes de abordar, Santiago me interceptó.Iba impecable: traje negro, camisa blanca almidonada.Había recuperado su imagen pulcra y profesional.Pero algo en sus ojos…Algo estaba roto.Valeria lo miró con fastidio:—¿Otra vez el del llanto sangrante? ¿Y la de la lluvia no vino?Pe

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 09

    —Cuando recién empezaron a salir —me contó Valeria—, pelearon una vez porque Jimena le mandó un mensaje a Santiago.Vos te enojaste tanto que le pediste terminar.¿Y él qué hizo? Bloqueó a Jimena y se quedó parado afuera de tu casa toda la noche.—En ese momento hasta me pareció romántico… —suspiró—. Qué estúpida. Pensé que era amor de película.Yo no dije nada.Todo eso me sonaba lejano. Como si le hubiera pasado a otra persona.Aunque no hubiera perdido la memoria, ¿cómo se perdona que alguien use tu boda… para casarse con otra?Corrí las cortinas.Ojos que no ven, corazón que no vomita.***A medianoche, un trueno me despertó de golpe.¡Brrrum!Corrí la tela de la ventana.Santiago estaba ahí.De pie bajo la tormenta, tambaleándose.Y de pronto, se desplomó.El agua salpicó en todas direcciones.Corrí a llamar a emergencias. No quería que se muriera en la puerta de mi casa.Puro mal agüero.Pero justo cuando abrí la puerta, alguien se me adelantó.Una chica flaca pero ágil apareció

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 08

    Un par de días después, saliendo del trabajo, vi un Mercedes-Benz G-Class estacionado frente a la universidad.Apoyado contra la puerta, con un traje negro impecable, estaba Santiago.Alto, elegante, imponente.En el maletero, una montaña de calas blancas.La gente se arremolinaba alrededor, curiosos, impresionados.Mi corazón dio un vuelco.No puedo mentir: Santiago es guapo.Muy guapo.De esos que parecen salidos de un comercial de perfume caro.Pero todo lo que ha hecho…lo ha vuelto repulsivo a mis ojos.—Renata —dijo con una sonrisa cálida, acercándose con un enorme ramo de calas—. ¿Te acordás?Nuestra primera cita…Vimos un campo entero de calas. Dijiste que eran tus favoritas.Su sonrisa era tan radiante, sus ojos tan brillantes…por un segundo, me pareció ver a otro chico. Uno que, años atrás, sonreía igual mientras sostenía flores.Me estremecí.Pero no de nostalgia.¿Calas? ¿En serio?La flor que significa amor puro y eterno…¿Y él tiene la cara de traerlas, después de lo que

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 07

    —Tengo miedo de que de verdad me hayas olvidado —dijo Santiago, con un tono herido—. Me aterra imaginar tu futuro sin mí.Y ahora… viéndome así, desesperado por vos… ¿te sentís bien? ¿Estás orgullosa?Su reproche me encendió.Ya estaba al límite.No era la primera vez. Ni la segunda. Ya no podía más.Le di una bofetada con todas mis fuerzas.¡Paf!—¡Sos un desconocido! ¿Entendés? ¡En mi futuro no hay lugar para extraños!Santiago se quedó quieto, con la mano en la mejilla, sin siquiera reaccionar.Solo alzó el frasco frente a mí con expresión obstinada:—Soy el neurocientífico más reconocido del país. Lidero al mejor equipo.Después de dos semanas de pruebas, sabemos que el fármaco de la memoria funciona.No hay margen de error. Si no recordás… es porque estás fingiendo.—¡No me hagás esto! Sabés que odio que jueguen con mis sentimientos.Me dio risa. Una risa amarga.¿Él? ¿Él me acusaba de jugar?¿Después de irse con su ex y casarse mientras yo lo olvidaba?—¡Largate! —le grité, empuj

  • El Elixir que Robó Mi Amor   Capítulo 06

    Cuando se fue, todo mi cuerpo se desplomó de alivio.Estuve a nada de infartarme. Ese hombre está completamente desquiciado.Valeria, cruzada de brazos, soltó con sarcasmo:—Salir con alguien así es como tatuarse un antecedente penal emocional.Una vida limpia… arruinada por un loco con un frasco de laboratorio.—¡Apurate! Vamos a casa —le dije, impaciente.Después de una ducha purificadora, ya más calmadas, nos sentamos a analizar la situación.—Santiago fue mi prometido, ok. Pero se fue de luna de miel con otra. ¿Qué más prueba necesito de que era un imbécil? Mejor así. Yo estaba ciega. Ahora veo.Valeria me miró seria.—Solo pienso en lo injusto. Fueron cinco años, Renata…—Y ahora ya no recuerdo nada. Así que no hay dolor.Es una suerte no tener que cargar con ese pasado tan miserable.Valeria lo pensó un momento y, finalmente, me chocó la palma.—Bueno. ¡A comer brochetas!Fuimos a comer, después a dar una vuelta.Caminamos tomadas de la mano como en los viejos tiempos, riendo.Pe

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status