Torturada Por La Mafia

Tres días de vida. Con un diagnóstico de enfermedad renal terminal, estaba sola en la iglesia, rogando que me permitieran romper el matrimonio arreglado por mi familia.

Mientras tanto, mis padres ayudaban a mi hermana adoptiva a prepararse para su presentación formal ante las familias más importantes.

Habían pasado tres meses desde mi diagnóstico. Mi doctor insistía en que debía hospitalizarme para un trasplante de riñón. Pero mis cuentas de banco estaban congeladas. Con solo unos cientos de dólares en efectivo, no tuve más remedio que recurrir a mi familia.

Sentía que me desmayaría en cualquier momento. Apenas pude hablar.

—Padre, quiero romper todos mis lazos con la familia Rocci y anular mi compromiso con Draven Frost.

El sacerdote me miró la cara pálida con lástima.

—Hija mía, para eso necesitas el consentimiento de tu familia.

Antes de que pudiera explicarle, mis padres entraron con mi hermana adoptiva, Bianca.

Sin decir una palabra, mi padre, Marco, me dio una cachetada.

El golpe me dejó aturdida.

—¿Y ahora qué? ¿De qué tienes celos esta vez? ¿Solo porque Bianca va a ser presentada a las familias más poderosas de la ciudad tienes que encontrar la forma de arruinarlo?

El golpe me hizo ver estrellas. Tardé un momento en recordar. Esta noche era la fiesta de presentación de Bianca, su introducción formal a las familias más importantes.

De pronto recordé mi propia presentación, tres años atrás. Solo mi abuelo materno estuvo ahí para partir un pequeño pastel conmigo. Nadie más me felicitó.

Después de que mi abuelo falleció, nunca volví a comer pastel de cumpleaños. Y sin embargo, hoy, mi padre había cancelado dos reuniones importantes solo para estar con ella.

Y yo, su hija biológica con una enfermedad renal terminal, no tenía dinero para salvar mi propia vida. Mientras moría, lo único que podía hacer era aferrarme a lo último que me quedaba de dignidad.

Pero para ellos, solo estaba siendo mezquina y deshonrando a la familia. Sentí que los ojos me ardían.

Me toqué la mejilla hinchada e intenté explicar.

—Yo no...

—¡Y todavía te atreves a contestar!

Mi madre, Jane, vio el informe en mi mano y me lo arrancó. Yo esperaba que viera mi estado, pero en lugar de eso, se rio con burla después de apenas mirarlo.

—¿Ahora estás falsificando reportes médicos? ¿Todo para arruinarle la fiesta a tu hermana? Siempre has sido una mentirosa desde niña. ¿En serio pensaste que te íbamos a creer?

Hizo el intento de pegarme también, pero Bianca se interpuso entre las dos, deteniéndola.

Su cara adoptó esa familiar máscara de inocencia bañada en lágrimas mientras me suplicaba con voz suave.

—Perdóname, hermana. No debería ser yo la presentada en la familia. ¡Por favor, deja de mentirle a papá y a Draven! Ya han estado muy preocupados por ti. Si te disculpas, te juro que cancelo mi fiesta y dejo que vayas tú en mi lugar.

Mi madre atrajo a Bianca en un abrazo protector, secándole las lágrimas con ternura. Esa muestra de cariño maternal me partió el corazón.

Me estaban mareando. El sabor metálico de la sangre me llenó la nariz y un hilillo empezó a escurrir. Me lo limpié con el dorso de la mano y me volví de nuevo hacia el sacerdote.

—Ya no soy parte de la familia Rocci. Por favor, sea mi testigo. No tengo familia. En mi propio nombre, pido que esta relación se anule.

La voz de mi padre era de desprecio.

—¿Con tal de arruinarle la fiesta a tu hermana metes a un sacerdote en esta farsa? ¡Estás escupiendo en el honor de nuestra familia! ¡A partir de hoy, no te atrevas a volver a llamarme padre!

Me di la vuelta para irme, pero choqué con Draven. Me miró fijamente, con una actitud dura.

—Me dijeron que quieres cancelar nuestro compromiso. ¿Qué jueguito patético es este? ¿Intentas llamar mi atención? ¿Crees que en serio rompería nuestro compromiso? No te hagas ilusiones. Este es solo otro de tus teatritos desesperados. Hoy es un día importante para Bianca. Deja de hacer este ridículo y no estés estorbando.

Dicho esto, se llevaron a Bianca y salieron de la iglesia sin siquiera voltear a verme.