María se levantó cojeando, y salió del baño en silencio. Quería recoger su celular, ya que no tenía dinero suficiente para comprarse uno nuevo. Sin embargo, sus movimientos eran torpes, por culpa de la sangre que aún manaba de su frente, nublándole la vista, y estuvo a punto de caer.Afortunadamente, alguien la sostuvo antes de que tocara el suelo.Al girarse, vio que Jeison Bonnet, el tío de Robert —quien había acudido al hospital por una revisión—, la con tristeza.—María, ¿cómo diablos terminaste así?María no esperaba encontrarse con él de esa manera, por lo que, avergonzada, bajó la cabeza. Sin embargo, cuanto más lo hacía, más le dolía a Jeison, quien enseguida comprendió que aquellas heridas eran obra de Robert. —¿El desgraciado de mi sobrino... te ha hecho esto?Pensó que lo que debía ser un feliz matrimonio, en realidad había empujado a María al abismo.Rápidamente, la llevó a urgencias, encargándose de todo, y antes de marcharse aseguró de manera ambigua:—Tranquila.
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