Catalina y el príncipe Lissandro se conocían.Después de todo, la Gran Consorte y Teresa eran amigas, por lo que sus hijos habían jugado juntos desde pequeños. Sin embargo, el príncipe Lissandro era, al fin y al cabo, un príncipe de noble cuna, y siempre se sentían algo cohibidos cuando jugaban con él.Más tarde, al hacerse mayores, los estudios de Lissandro se volvieron exigentes y no podía salir del palacio a menudo, por lo que jugaban juntos con menos frecuencia. Por lo tanto, su relación apenas podía considerarse estrecha; solo se conocían.Tras entrar en la lavandería, Catalina lo había vuelto a ver, aunque en aquella ocasión ella vestía el atuendo de una criada del palacio y estaba arrodillada en señal de reverencia detrás de la supervisora. Probablemente, el príncipe Lissandro no se fijó en ella.En ese momento, sin embargo, estaba sentado junto a la Gran Consorte, con prendas sencillas que acentuaban su porte refinado y erudito. De estatura alta, sobresalía una cabeza por encim
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