Esa chica era Laura.Una sonrisa se dibujó en los labios de Luis mientras apretó con fuerza su estrecha cintura.—¿Dónde me extrañaste, eh?—Qué malo eres… Vamos adentro ya —respondió Laura, fingiendo timidez.Se besaron como si nadie más existiera. Elena se quedó paralizada, las lágrimas comenzaron a correrle sin control, y un dolor sordo y punzante persistía donde su corazón ya se había hecho añicos.En el recuerdo de Elena, Luis siempre había sido un hombre sereno y dueño de sí mismo, solo revelaba su otro lado cuando estaba con ella.Pero ahora, lo estaba perdiendo el control una y otra vez por otra.A lo lejos, Luis, después del beso, rodeó a Laura con el brazo y entraron al club. Elena respiró hondo y, como si buscara torturarse a sí misma, los siguió.Frente a la puerta del salón privado, después de abrir la puerta, lo que vio estuvo a punto de volverla loca. Ante sus ojos, Luis y Laura se besaban apasionadamente, separados apenas por una fina hoja de papel.—¡Otro beso, otro! —
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