Al Quran Pink

Carrie DeLuca, a not quite normal teenager with lots of behavior issues and a seriously fucked-up life, meets the biggest trouble of her life: a werewolf with lots of anger issues and a clear obsession over her... What can she do? Run as far as possible away from him or stay and try to fight him off? "His strong and big hands tightly gripped around my wrists as he forcefully held them pressed against the door and at the level of my shoulders, feeling my bones hurt so fucking much that I thought they were going to snap after just a little more pressure added. Yet despite the sickening pain I refused to shed a single tear, challengingly looking right back into his glimmering emeralds. "I am not afraid of you," I spat between gritted teeth, noticing that devilish smirk tugging at his naturally pink lips. "How about now?" He wickedly whispered, feeling my entire body fill with pure fear and horror as I watched his eyes change from their emerald green colour to an unnaturally glowing golden, hungrily gazing at me. His hand quickly pressed against my mouth, abruptly silencing that scream that was about to erupt. "Don't bother. No one will believe you,"

I left before the sun rose. One night. One mistake. One secret I never planned to tell. I thought I was doing the right thing—disappearing with the two pink lines and a shattered heart. Three years later, I walked into a job interview… And saw the man whose face I swore I’d never forget. Killian Vale. Billionaire. Untouchable. And the father of the son he doesn’t know exists. He remembers me. And now I don’t know if I can keep running.

El desgraciado la traicionó, y Nina se vio obligada a casarse con un "hombre mayor" de la ciudad A, poderoso como él solo, pero con las piernas paralizadas. Pensó que al menos podría conservar su pureza, pero para su sorpresa, en la misma noche de bodas, el hombre se la devoró por completo. Asustada, tartamudeó: —Tú... tú... ¿no se supone que tenías problemas... en eso? El hombre sonrió con picardía: —Eso es lo que les digo a los demás.

El día que Sofía Mendoza perdió a su bebé, Diego Villarreal andaba festejando que su primer amor había vuelto al país. Tres años entregándose y acompañándolo, y para él no había sido más que tener una empleada doméstica en casa. A Sofía se le rompió el corazón y decidió de una vez por todas que se iba a divorciar. Todos sus conocidos sabían que Sofía era de esas mujeres pegajosas, de las que no te puedes quitar de encima fácilmente. —Te apuesto que en un día Sofía ya va a estar de vuelta, suplicando como siempre. Diego respondió: —¿Un día? Eso es demasiado, yo le doy máximo medio día. Desde el momento en que se divorció, Sofía se prometió no mirar atrás jamás. Se propuso a construir una nueva vida, a retomar la carrera profesional que había dejado de lado, y también a conocer personas nuevas. Fueron pasando los días y Diego ya no volvió a ver ni rastro de Sofía en la casa. De repente, él se llenó de pánico. En un evento empresarial, por fin, la vio, rodeada de un montón de gente. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia ella. —¡Sofía! ¿Cuándo vas a dejar de hacer drama? Alejandro Montoya, el hermano de Diego, apareció de la nada, protegiéndola, lo empujó para quitárselo de encima y le habló con una frialdad que daba miedo. —No te atrevas a tocar a tu cuñada. Diego nunca había querido de verdad a Sofía, pero para cuando se dio cuenta de que sí la amaba, ya no había espacio para él en la vida de ella.