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¡Sorteé a mi esposo y me salió un bombón!

¡Sorteé a mi esposo y me salió un bombón!

El día que cumplo veinte años, mis papás ponen ante mí las fotos de herederos de las grandes dinastías empresariales del país para que elija con quién formalizar una alianza. En mi vida anterior escogí sin dudar a Alonso Rivas, el heredero más brillante de la élite capitalina. Después del matrimonio supe que la mujer de sus sueños, Daniela Romero, se hundió en una espiral de dolor: una noche, borracha en un bar, fue agredida por unos sujetos; intentó quitarse la vida tres veces. Alonso decidió que yo era la raíz de todo, le regaló a Daniela los bienes de mi familia y vació a los Molina. Al final, incluso la dejó cortar los frenos, condenándonos a los tres a morir en un accidente brutal Esta vez, con los ojos cerrados, elegí al azar una foto. Dejé que el destino eligiera por mí. Al final, Alejandro de la Vega el destino lo trajo a mi lado, heredero de Guadalajara: austero, espiritual, con el corazón en paz. Pero cuando entré del brazo de Alejandro a nuestra fiesta de compromiso… Alonso enloqueció.
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Después de 99 decepciones, ya no quiero su amor

Después de 99 decepciones, ya no quiero su amor

El día de mi boda, mi hermana menor regresó al país de improviso. Mis papás, mi hermano y mi prometido me dejaron sola y se fueron al aeropuerto a recibirla. Mientras ella subía a sus redes una foto grupal, presumiendo que todo mundo la adoraba, yo marqué una y otra vez: me colgaron todas las llamadas. El único que contestó fue mi prometido: —No hagas un drama; la boda se puede volver a celebrar. Ese día me convirtieron en el hazmerreír de la boda que tanto había esperado. La gente señalaba, se burlaba, y yo tragué en seco. Respiré hondo, arreglé todo yo sola y, en mi diario, escribí un número nuevo: 99. Era la decepción número noventa y nueve. Entendí que no iba a seguir esperando su amor. Completé la solicitud para estudiar en el extranjero y empaqué mi maleta. Todos creyeron que, por fin, me había calmado. No sabían que ya me iba.
Short Story · Romance
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Si tu n'avais plus que 72 heures à vivre

Si tu n'avais plus que 72 heures à vivre

Le jour où j'ai décidé de donner mon corps à la science, ma famille s'est rassemblée autour de ma sœur adoptive, Chloé, pour fêter son admission dans un programme expérimental de pointe. Celle qui était censée avoir un cancer du cerveau, c'était moi. Mais Chloé avait profité de la position de mon mari, Zane, à l'hôpital pour échanger ses dossiers médicaux sains contre mon diagnostic en phase terminale. Elle m'a volé ainsi la seule chance que j'avais de survivre. Et le pire ? Tout le monde l'a applaudie. La douleur est devenue insupportable. J'ai lutté pour rester présente, jusqu'au moment où j'ai surpris les infirmières chuchotant : « Heureusement que le docteur Zane a obtenu cette place pour Chloé. Ils disaient qu'il ne lui restait que trois jours à vivre. » Alors, pendant les soixante-douze dernières heures de ma vie, j'ai tout lâché, en silence. Quand j'ai remis à Chloé les manuscrits originaux de mes romans, dans lesquels j'avais mis toute mon âme, mon père et mon frère m'ont adressé un sourire satisfait. Quand Zane a décidé d'exaucer le vœu soi-disant ultime de Chloé en l'épousant, il m'a tendu les papiers du divorce. J'ai signé sans la moindre hésitation. Il a soupiré et m'a félicitée d'être enfin raisonnable. Et quand c'est moi qui ai poussé notre fille, Olivia, à appeler Chloé « maman », Olivia s'est exclamée que sa nouvelle maman était la meilleure. « Ne t'inquiète pas, » m'a rassurée Zane. « C'est juste pour la protéger pour l'instant. Une fois qu'elle sera partie, tout reviendra vers toi. » J'ai tout donné à Chloé, exactement comme ils le voulaient. Alors pourquoi, quand ils ont découvert que tout cela n'était qu'un mensonge abject inventé par Chloé, sont-ils venus pleurer pour ça, en disant que c'est moi qu'ils avaient toujours voulu ?
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De vuelta al pasado, pero dueña de mi futuro

De vuelta al pasado, pero dueña de mi futuro

Mi hermana, María Sánchez, que siempre despreciaba la escuela, de pronto quiso presentar el examen para la universidad y les pidió a mis papás que me casaran con el hijo de un alto mando militar; a cambio, el general pondría el dinero para su carrera, un “apoyo” disfrazado de arreglo. Entonces supe que ella también había renacido. En la vida pasada, a María los libros le daban flojera: salió de la prepa y se casó con el hijo del comandante de zona, con un arreglo generoso de por medio. Luego a Bruno lo cambiaron a la frontera norte, a una Zona Militar pegada a nogales; a ella le repugnó el entorno y se negó a irse con la tropa. Yo, en cambio, terminé la universidad a puro trabajo y ahorro, entré a una dependencia pública con plaza base y me volví, por fin, capitalina de verdad. Ya metida en la vida castrense, María empezó a cobrar mordidas usando el nombre del suegro general. Lo metió en broncas con los de arriba; la Contraloría de la Militar lo bajó de puesto sin miramientos y, al final, la suegra la corrió de la casa. Tras el divorcio, la engancharon con una “asesoría” para invertir en la Bolsa de Valores; vino el desplome y quemó los ahorros de jubilación de mis papás. Sin salida, se me pegó y, cuchillo en mano, me obligó a entregarle mis ahorros y mi casa “para levantarse otra vez”. En el jaloneo me dio doce puñaladas. Me desangré. Cuando abrí los ojos otra vez, estaba de vuelta al principio: mi hermana les pedía a mis papás que me casaran con Bruno. Yo acepté encantada y me di de baja de la prepa de inmediato.
Short Story · Romance
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Mi Esposo Se Rompió Las Piernas Por Su Amante

Mi Esposo Se Rompió Las Piernas Por Su Amante

Mi esposo, Alejandro Ruiz, cayó del tercer piso, no solo se rompió las dos piernas, sino que también se lastimó en su parte íntima. Y yo, lejos de preocuparme, lo llevé al hospital más alejado. Todo se remontaba a mi vida anterior: Alejandro se había lastimado a propósito con tal de que su amiga de la infancia, Sofía López, quien realizaba sus prácticas en el hospital, pudiera acumular suficiente experiencia práctica y consolidar su puesto. Para lograrlo, eligió lanzarse desde el tercer piso. Luego, deliberadamente evitó el hospital más cercano y me obligó a conducir tres mil kilómetros para que Sofía lo atendiera. Al considerar que ella solo era una estudiante que había entrado al hospital por contactos y no tenía las credenciales para operar, rechacé su propuesta. Pero él me abofeteó con fuerza y dijo: —¡Solo quiero usar mis heridas para ayudarla! ¿Acaso no tienes ni un poco de empatía? Ante su terquedad, temí que el retraso arruinara sus piernas para siempre. Llamé a su madre para convencerlo. Sin embargo, Sofía, al no obtener el puesto, avergonzada y llena de rabia, se suicidó saltando en el hospital. Alejandro, gracias a la atención oportuna, salvó sus piernas. Pero el día del alta, cuando fui a recogerlo con alegría, él me atropelló con el auto, matándome en el acto. Antes de morir, le cuestioné con rabia, pero él me miró con desdén: —Si no hubieras impedido que ayudara a Sofía, ¡ella no habría muerto! Al abrir los ojos de nuevo, me encontré de vuelta en el día en que mi esposo se rompió las piernas.
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BABY

BABY

Connor Sheffield es uno de los abogados más prestigiosos del país, y lo ha conseguido con reglas simples: Su trabajo es lo primero. El amor está fuera de la jugada, y un compromiso serio mucho menos… Sin embargo un hombre como él no puede estar sin compañía. Quizás por eso convertirse en el Sugar Daddy de esa chiquilla irreverente, sexy y provocativa, es la solución perfecta para él. Él la ve solo como una bebé, pero esa “Baby” tiene más de un secreto, y muchos encantos ocultos que pondrán su mundo de cabeza. ¿Será capaz Connor de ceder ante ella, aún en contra de sus propias reglas? --Booktrailer en Youtube como: BABY (Booktrailer)
Romance
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Sofía de Orellana
Sí, estabas ahí, frente a él, a su lado, pero no dijiste nada. Lo viste sufrir, pensando en tu muerte, en que traicionaba tu memoria al fijarse en el personaje que creaste... y ahora te sientes herida porque se fue para protegerlos?
Ada Tudor
Bien de momento me cuesta adelantar con los libros por el motivo que las plataformas donde los descargo han quitado los capítulos que regalaban con la publicidad así que voy más despacio en bajar los capítulos .Aún así muchas felicidades por tan bonitas historias que escribes .Eres The BEST .
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Después de renacer, dejé de obsesionarme con mi esposo.

Después de renacer, dejé de obsesionarme con mi esposo.

Al renacer, decidí escribir el nombre de mi hermana en la solicitud de matrimonio. Esta vez, le concedí a Lucas Delgado su deseo. En esta vida, me adelanté: vestí a mi hermana con el traje de novia y le coloqué el anillo de compromiso. Yo misma orquesté cada encuentro entre ellos. Cuando él la llevó a Ciudad Esmeralda, sin dudarlo partí al sur para estudiar. Porque en mi vida pasada, incluso a los cincuenta años, Lucas y nuestro hijo seguían rogándome que me divorciara. Así que cumplí su último deseo: que estuviera con ella. Al volver a vivir, solo anhelé desplegar mis alas... libre de amor.
Short Story · Romance
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Sin Salvación

Sin Salvación

Mi esposa profesaba su propia fe y seguía estrictamente sus perceptos, evitaba cualquier tipo de intimidad física. Solo nos permitía estar juntos al decimosexto día de cada mes. Y aun así, todo debía estar bajo su control. Si alguna vez sobrepasaba esos límites, no dudaría en interrumpirlo todo y marcharse. Llevábamos cinco años de casados. Aunque me sentía insatisfecho, la complacía una y otra vez por amor. Me convencí de que, pese a su frialdad, al menos había algo de amor por mí. Hasta que, durante una misión de rescate en un hotel en llamas, descubrí lo equivocado que había estado. Cuando la encontré, mi esposa estaba recostada contra el pecho de otro hombre, y entre los dos había un niño pequeño.
Urbano
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Mi Prometido Me Dejó Por Su Prima Viuda

Mi Prometido Me Dejó Por Su Prima Viuda

En medio de la fiesta de compromiso, cuando la torre de champán ya iba por la mitad, el celular de Marcos Harrison sonó. Me miró fijo y soltó, serio: —Tengo que irme. Lilia se desmayó en el aeropuerto. —Si te vas, lo nuestro se acaba —le respondí con firmeza. De todos modos, se fue... justo frente a doscientas personas. Cargó a Lilia Harrison en brazos —llevaba el abrigo que yo le había regalado— y se fue en mi auto. Al día siguiente recibí un correo: "Lilia se mudará a mi departamento. Me necesita. Ojalá lo entiendas. Cuando se recupere, tú y yo nos casamos. Confía en mí." Me quedé mirando la pantalla y, sin darme cuenta, solté una carcajada. Al final, no era a "quien lo amaba" a quien quería, sino a "quien lo necesitaba". Y yo, por ser tan autosuficiente, no le servía. Esa noche busqué un número en la agenda: el de alguien a quien jamás tomé en serio, pero que me había esperado por veintitrés años. Llamé. —Mañana a las siete, en el restaurante frente al mar.
Short Story · Romance
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Le claire de lune de la trahison

Le claire de lune de la trahison

Ma famille a été attaquée par des loups sauvages lorsque nous avons pénétré sur leur territoire. Ma louve a été gravement blessée, et finalement, c'était moi qui ai sauvé tout le monde. Alors que je m'effondrais, épuisée, personne n'est venu vers moi, ils ont tous couru vers ma sœur adoptive, Félicie, en se souciant de quelques égratignures superficielles. Lorsque les membres de la meute m'ont transportée à l'infirmerie, le guérisseur m'a annoncé la terrible nouvelle : ma louve avait été frappée par un poignard d'argent et que le petit d'un mois que je portais dans mon ventre ne survivrait pas. Pourtant, mon compagnon, Luc, a donné à Félicie le seul traitement qui pouvait sauver la vie. N'ayant pas d'autre choix, j'ai refusé les remèdes du guérisseur et j'ai soulagé la douleur de ma louve avec des herbes rudimentaires, sachant que cela ne nous donnerait que trois jours avant la mort. Au cours de ces derniers jours, j'ai tout laissé aller. J'ai donné à Félicie toutes mes possessions et l'argent de l'assurance, tandis que mes parents souriaient en signe d'approbation. J'ai signé sans hésiter l'accord de rupture de lien que Luc m'a glissé sur la table. Luc était satisfait, convaincu que j'étais attentionnée. Kévin, mon frère, a hoché la tête lorsque je lui ai dit de donner ma chambre à Félicie. Même mon fils Jérémie, quand je lui ai demandé d'appeler Félicie « maman », s'est écrié joyeusement. Personne ne m'a demandé pourquoi j'avais donné toutes mes affaires à Félicie, et leurs regards approbateurs en disaient long : « Bien. L'ancienne Emmanuelle est de retour. » Mais à mesure que le temps passait, une pensée me hantait : « Quand ils trouveront nos corps, celui de ma louve et celui de mon petit à naître, cette satisfaction se transformera-t-elle en regret ? »
Short Story · Loup-garou
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