Morí Por Su traición, Volví Por Justicia
Durante una delicada operación de trasplante de corazón, mi esposo insistió en que su amiga de la infancia, Sofía Sánchez, una simple estudiante en prácticas, fuera su asistente.
Solo porque la reprendí por llevar las uñas artificiales durante la cirugía, salió furiosa del quirófano.
Mi esposo, sin importarle el paciente en cirugía, la siguió para consolarla.
Le supliqué que volviera para terminar la operación, pero me respondió:
—Sofi está triste. ¿Puedes no hacer un escándalo en este momento? La operación puede esperar. ¿Qué importa eso comparado con Sofi?
Al final, el paciente fue abandonado en la mesa de operaciones durante cuarenta interminables minutos, muriendo de dolor.
Después descubrimos que el paciente era nada menos que el alcalde de nuestra ciudad, un hombre muy respetado.
Mi esposo y Sofía decidieron echarme la culpa del accidente médico:
—¡Si no hubieras hecho un escándalo en el quirófano y nos hubieras echado, el alcalde no habría muerto desangrado! ¡Todo es culpa tuya!
Al final, no pude defenderme. Fui condenada a cadena perpetua sufriendo en prisión hasta morir en prisión.
Mientras tanto, mi esposo y su amante caminaron hacia el altar y se casaron.
Al abrir los ojos de nuevo, me encontré de regreso en el día de la operación del alcalde en nuestro hospital.