Desaparecida en el fuego
En el quinto año de matrimonio, Julieta Torres se quejaba de que la vitamina C que su esposo le había comprado sabía demasiado amarga. Con el frasco en la mano, fue al hospital.
El médico lo revisó y dijo:
—Esto no es vitamina C.
—¿Perdón, puede repetirlo? —preguntó Julieta.
—Lo repita cuantas veces lo repita, es lo mismo —señaló el frasco—. Esto es mifepristona. Si la tomas en exceso no solo causa esterilidad, también daña seriamente el cuerpo.
La garganta de Julieta se sintió como si algo la obstruyera, y sus manos, aferraban el frasco con fuerza.
—Eso es imposible, este medicamento me lo dio mi esposo. Se llama Bruno Castro, también es médico en este hospital.
La mirada del doctor hacia ella se volvió extraña, cargada de un matiz difícil de explicar. Al final, sonrió levemente.
—Señorita, mejor vaya a consultar a psiquiatría. Todos aquí conocemos a la esposa del doctor Castro, y hace apenas un par de meses dio a luz a un bebé. No se haga ilusiones, muchacha, no tiene caso.