La Falsa Traición, los Años Perdidos
Cuando Samuel Ledesma trajo a su nueva amante a casa por décima octava vez y hicieron el amor frente a mí, yo solo me limité a recoger en silencio la ropa que habían dejado tirada por todo el suelo.
Sabía que eso era su venganza.
Hace cinco años, sufrió un secuestro y estuvo a punto de morir. A pesar de sus súplicas desesperadas, yo decidí romper con él y marcharme del país.
Cinco años después, se convirtió en el presidente de una empresa que cotizaba en bolsa y usó su dinero para mantenerme a su lado como su asistente.
Cada cierto tiempo, traía a diferentes mujeres a casa y me mostraba, justo delante de mí, lo enamorados que estaban, solo para humillarme.
Pero él no sabía que la persona que lo salvó de los delincuentes hace cinco años fui yo, y que la que no ha podido olvidarlo durante estos cinco años también era yo.
Hasta que esta vez, la mujer que trajo a casa fue mi prima Judith, a quien yo había financiado durante años.
Cuando ella, con una sonrisa de triunfo, acariciaba su vientre y me dijo que estaba embarazada de Samuel, yo simplemente la felicité con calma.
Luego me di la vuelta y marqué un número.
—Hola, respecto al proyecto de apoyo médico en la zona epidémica del que hablamos antes, ya lo he pensado bien. Estoy dispuesta a unirme.