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Capítulo 3

Penulis: Zafira
Los días siguientes fueron tranquilos. Luz se dedicaba a presumir su relación, mientras Hugo seguía molesto conmigo. Esta vez, yo había decidido no ceder, no mimarlo ni un segundo.

Un mes después, Luz anunció que estaba embarazada. Mi tío Hugo estaba muy emocionado y eufórico, deseando gritarle al mundo la noticia. Su boda con ella se volvió una prioridad, y toda la familia Quiroga se volcó en los preparativos.

Esta vez, la mujer embarazada no era yo, sino su amada. Y yo decidí dejar que fueran felices.

Después de completar todos los trámites para salir del país, compré un boleto a Madrid, programado para el mismo día de su boda.

Finalmente, Hugo no pudo resistirse y vino a buscarme. Aprovecho que Luz no estaba en casa, subió a mi habitación y empujó la puerta. Sacó su celular, abrió un correo y me lo mostró.

—¿Usaste el dinero que tus padres te dejaron? El abogado revisó y parece que lo estás usando como garantía para tu viaje. ¿Qué te pasa? ¿Que me vaya a casar te afecta tanto que necesitas despejarte viajando?

Mi corazón dio un vuelco. Pero la tensión disminuyó con sus palabras. Al ver que bajé la cabeza sin decir nada, su tono se volvió más frío.

—Selena, ¿ya terminaste tu espectáculo? Has estado de mal humor conmigo durante un mes entero. ¿Acaso planeabas ignorarme toda tu vida si yo no venía a buscarte? Desde que Luz llegó a la casa, me tratas con frialdad. Pero ella es la mujer que amo. Si tú me amaras, deberías aceptar la situación, no andar escondiéndote de nosotros.

Sacudí la cabeza, negando con firmeza.

—Tío Hugo, creo que me está malinterpretando. Solo lo veo como alguien que me crió, lo que siento por usted es gratitud, nada más.

Soltó una carcajada, como si hubiera escuchado el chiste más divertido del mundo.

—¿Gratitud? Todos saben que me amas hasta perder la cabeza. ¿Tú crees que alguien se lo creerá? Pregúntate a ti misma… ¿lo creerías tú?

Miró mi escritorio, sonriendo con ironía.

—Todos los regalos que te he dado… todavía los conservas. Y dices que no me amas.

Se dirigió hacia el escritorio, y comenzó a tomar y mirar cada objeto con cuidado. Luego me dijo con seriedad.

—Guarda todo esto. Me voy a casar con Luz y no quiero que tengas ilusiones equivocadas. Aunque no seamos familia de sangre, jamás te habría amado. Y ahora que está embarazada, no quiero que nada la altere, ni a mi querida esposa ni a mi querido bebé.

Asentí con un simple “hum” y comencé a guardar los objetos en una caja de trastos. De todos modos, planeaba deshacerme de ellos antes de irme del país, así que era perfecto, aproveché para dejar todo listo.

Pero al ver mi calma, él frunció el ceño y detuvo mi mano.

—Selena, ¿no puedes ser más cuidadosa? ¡Mira! Hasta el conejito de esta pinza para el cabello se te cayó.

Miré la pinza con el conejito en su mano. Era el primer regalo que me dio tras la muerte de mis padres, cuando me acogió como la hija de sus amigos más cercanos. Siempre lo había tratado como un tesoro, con mucho cuidado sin dejar a nadie tocarlo. Y ahora… lo tiraba en la caja sin cuidado, y él no lo soporto.

—Selena, ¿eres una actriz? ¡Siempre tan dramática! Claramente me amas hasta la locura, no soportas verme casar con otra mujer, y ahora finges frente a mí que ya no me quieres. ¿Quién te va a creer? Primero querías irte al extranjero para despejarte por mi boda… ¡y ahora frente a mí finges que ya no me quieres! Me quito el nombre si realmente me hubieras olvidado. Pero bueno, que te vayas a distraer también está bien. Luz está en un momento muy delicado del embarazo, así que mejor que no estorbes en casa.

Después, me transfirió diez mil dólares por teléfono.

—Toma este dinero y viaja por varios países. Disfruta un mes y regresa. Para entonces, Luz estará más estable con el embarazo.

Luego me lanzó una mirada que tenía mucho detrás, mientras me decía:

—Diviértete en el extranjero. No pienses demasiado en mí mientras estés fuera. Ahora ya soy un hombre casado, tendrás que acostumbrarte. Si no, vernos todos los días sería demasiado incómodo, ¿verdad?

Luego me dio algunas indicaciones sobre el viaje, sin saber que esta vez yo realmente no regresaría y me iría de su vida para siempre.

El día de la boda, todos en la familia Quiroga estaban ocupados desde temprano. Aprovechando el caos y, que todos estaban realmente muy ocupados, tomé mi maleta y salí por la puerta trasera.

Un taxi me llevó directamente al aeropuerto.
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