Después de ser expulsada de la familia Campos, Elena Campos se transformó en la auténtica heredera de una fortuna multimillonaria. Los Campos, arrepentidos, exigieron a los García, la mitad de su fortuna como compensación por haberla criado. Elena sonrió con frialdad y, con un talismán de verdad, dejó al descubierto la hipocresía de los Campos. El exnovio intentaba volver a su vida, pero Elena le hizo pagar sus traiciones. Sus primos la despreciaban, creían que les avergonzaba… hasta que el patriarca de los Soto se presentó.: —Mientras la maestra Elena salve a mi hija, puede pedir lo que quiera. Incluso los Gutiérrez, viejos enemigos de los García, terminaron rogándole ayuda: —Si la maestra García accede, de ahora en adelante la consideraremos de la familia. Hasta su primo rebelde acababa convertido en su más fiel defensor: —Es mi única hermana. Quien se atreva a insultarla, me tendrá enfrente. Cuando los García reaccionaron, descubrieron que la muchacha que creían débil era en realidad una poderosa maestra del mundo esotérico. Exorcismos, talismanes, rescates… y además, conquistar a un magnate. Elena suspiró: —No doy abasto. Pero Dylan Cruz le dijo: —No tienes que esforzarte, ya soy tuyo.
View MoreAl encenderse las primeras luces de la ciudad, en la mansión de la familia García era hora de la cena, pero el ambiente estaba cargado de tensión.Don García estaba sentado en el lugar central de la sala, mientras el resto de ramas se acomodaban en los lados opuestos. Los más jóvenes permanecían en silencio, sin atreverse a hablar.Carlos se hallaba frente al Don García, con el rostro tan frío como el hielo, irradiando una presión sofocante.Fue hasta que Martín relató con detalle lo ocurrido ese día con la habitación que él entendió cómo, antes de su regreso, Jan, Samuel y los demás habían lanzado críticas una tras otra contra Elena. Incluso Alicia había llegado a decirle directamente que se largara de su casa.Y él, sin conocer el trasfondo, primero la reprendió por haberse acercado a los Soto por su cuenta y luego, al igual que los demás, le ordenó que cediera su cuarto a su prima.No era de extrañar que Elena, decepcionada, terminara diciendo que prefería mudarse.Como padre, había
Cuando Elena dijo esas palabras, incluso en el rostro de Carlos, que siempre se mostraba tan sereno como una montaña, apareció un instante de desconcierto.Era como si no hubiera entendido lo que ella acababa de decir.¿No estaban hablando de cambiar de habitación?¿Cómo es que ahora decía que se va a mudar?A un lado, Samuel y los demás también tenían una expresión de incredulidad, convencidos de que Elena estaba exagerando.—¿Tanto drama por esto? Si apenas es un problema mínimo.Jan también la miraba con desdén:—Ya no eres una niña. Eso de irse de la casa, aquí en la familia García no funciona.Él estaba convencido de que Elena solo hablaba por impulso. Después de todo, la familia Campos y la familia García eran muy diferentes, los García eran uno de los clanes de negocios más poderosos de la ciudad. No creía que ella fuera capaz de marcharse.Lidia, en cambio, fingió preocuparse y trató de sonar conciliadora:—Elena, cometiste un error, Carlos solo te lo señaló. ¿Cómo vas a armar
Martín frunció el ceño al escuchar aquello y estaba a punto de explicar, cuando oyó a Tomás decir, con cara de extrañeza:—¿Pero no era solo un cuarto? ¿No lo habían arreglado ayer?Carlos también arrugó el entrecejo y volvió la mirada hacia Elena. Abrió la boca, pero en vez de hablar del cuarto, soltó serio:—Lo del cuarto déjenlo así por ahora. Elena, necesito preguntarte algo.Al oírlo, Elena lo miró de manera instintiva. Entonces él le dijo, con voz grave:—¿Hoy fuiste a la casa de los Soto?Los ojos de Elena se agitaron apenas, pero enseguida recuperó la calma. Asintió:—Sí.El ceño de Carlos se endureció aún más, y su rostro se volvió sombrío:—¿No te dije ayer que no te metieras en los asuntos de los Soto? Eso lo resuelvo yo.Martín, al ver la actitud de su papá, sintió que algo no cuadraba. Dio un paso al frente, poniéndose delante de Elena, y preguntó:—¿Pasó algo?Tomás intervino:—Los Soto llamaron a Carlos. Dijeron que Elena fue esta tarde a ver a la señora Soto y le dijo u
—Ja. —Martín soltó una breve risa, divertido por la réplica de Elena.El rostro de Jan, en cambio, se ensombreció:—¡Eso es hacer trampa! ¡Imposible!Elena lo miró con calma:—¿No era esa tu lógica? Yo solo usé tu lógica para ponerte una condición. ¿Qué tiene de malo?—¿Cómo vas a comparar las piezas del Museo del Louvre con un simple cuarto? —Jan estaba tan molesto que casi se reía de la rabia.Samuel no pudo evitar meterse:—Elena, ¿cómo puedes ser tan tacaña? Es solo un cuarto, ni siquiera te van a dejar sin lugar, ¿en serio tanto drama?Elena sonrió sin decir nada.Sí, había muchas habitaciones, pero justo querían la suya.Entonces habló Leo García, de la tercera rama de la familia:—Jan tiene razón. Ese cuarto de estilo princesa es para una niña, ni siquiera te gusta tanto. ¿Por qué insistir? Si tanto problema hay, yo te cedo mi cuarto y ese se lo damos a Alicia, y se acabó. Por un cuarto llevan peleando desde ayer, y al final lo único que hacen es dar vergüenza.Samuel bufó:—Pu
Después de terminar de dibujar el amuleto para el Templo Brisa Serena, al recordar cómo su hermano y su padre siempre la habían defendido, sacó una piedra preciosa de gran calidad y empezó a tallar otro talismán.Pasó toda la tarde en su departamento de renta y no fue sino hasta el anochecer que guardó sus cosas, tomó a Chulo y se dirigió en taxi a la casa de los García.Al entrar y subir las escaleras, justo cuando abrió la puerta de su habitación para dejar las cosas, una pequeña figura salió corriendo hacia ella.Al voltear, vio a su prima Alicia, de seis años, que se le adelantó y entró en la habitación antes que ella. La empujó con el rostro lleno de rabia, y mientras la apartaba gritaba:—¡Este es mi cuarto! ¡No te permito entrar a mi cuarto!Elena se quedó desconcertada. Miró detrás de la niña y, en efecto, era su habitación.En ese instante, Lidia llegó apresurada. Al ver lo que hacía su hija, la reprendió en voz baja:—Alicia, no seas maleducada. ¿No vas a pedirle perdón a tu
Al salir de la mansión de los Soto, Elena no regresó a la familia García, sino que tomó un taxi hacia el departamento que había alquilado de hace dos años, de unos ochenta metros cuadrados.El salón estaba separado con un biombo, era la zona de juegos de Chulo, en la esquina había una pequeña carpa con todos sus juguetes amontonados dentro.Además, había un dormitorio principal y un estudio. En el estudio se alineaban dos mesas largas: de un lado, se apilaban materiales y herramientas para esculpir; del otro, papel amarillo, tinta roja y diversos utensilios de caligrafía antigua. Las dos áreas se distinguían con claridad, con estilos completamente distintos.Elena se acercó y recogió algunas cosas de manera sencilla.Cuando fue a la casa de los García no había llevado equipaje, y ya había gastado todos sus amuletos. Como tenía que devolverle la inteligencia a Clara, debía prepararse con antelación.Mientras estaba guardando, de repente sonó el celular que tenía al lado. Elena lo miró d
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