Share

Capítulo 2

Author: Zulema
Miré al pobre Isandro, que estaba acurrucado en un rincón. Desde que salió del cascarón no había dejado de temblar, y solo se calmó un poco cuando escuchó a Marina decir que quería a Iván.

No estaba para perder el tiempo con ninguno de los dos, así que agarré a Isandro de la mano y me fui.

—Celia, ¿de verdad quieres tenerme? —Isandro me preguntó con una voz temblorosa, casi rota.

Extendí la mano para acariciarle la cabeza, pero él, de manera instintiva, retrocedió.

Me miró con miedo, los labios apretados, y murmuró:

—Lo siento... no fue mi intención, por favor, no me pegues.

Su cuerpo seguía temblando mientras hablaba, como si cada palabra le costara un esfuerzo.

Al final, respiró hondo y apoyó la cabeza contra mí, buscando refugio.

—Isandro, ¿qué te pasa? ¿Por qué habría de pegarte?

Entonces lo entendí: Isandro también había vuelto a vivir.

—¿Es por Marina? —pregunté en voz baja.

—Por favor... no hables de ella. No hables de ella...

Isandro se estremeció apenas escuchó su nombre. Todo su cuerpo se tensó, y de pronto, lágrimas rojas brotaron de sus ojos, silenciosas, una tras otra.

Al verlo así, entendí cuánto había sufrido por culpa de Marina.

Lo abracé con cuidado, pasando la mano por sus alas, intentando calmarlo.

—Shh, tranquilo, no pasa nada. Todo va a estar bien.

Bajo mis caricias, fue relajando los músculos poco a poco.

—Isandro, volvamos a casa. Aunque... la mía queda bastante lejos, y por aquí no pasa ningún transporte. Tendremos que caminar un rato. Perdóname.

Lo miré con un nudo en la garganta. En cuestiones de dinero, Marina y yo siempre habíamos vivido en mundos distintos.

Ella había forzado a nuestros padres a darle todo para comprarse una casa y un auto, mientras yo apenas podía pagar la renta.

Isandro parpadeó y, con timidez, dijo:

—Celia, si no te molesta, puedo llevarte a casa.

Se inclinó un poco y señaló su espalda, invitándome a subir.

Sentí un leve pudor.

—No te preocupes, Celia —insistió con voz suave—. Súbete, te llevaré volando.

Ante su insistencia, no pude negarme y me acomodé sobre su espalda.

—Isandro, te diré dónde está nuestra casa...

—No hace falta —respondió sin mirarme—. Ya sé dónde vives.

Me quedé helada. Estaba por preguntarle cómo lo sabía, pero antes de que abriera la boca, Isandro habló enseguida:

—Celia, ya llegamos.

—¿Qué? —pregunté, todavía sorprendida.

No podía creer lo rápido que volaba.

—Eres más veloz que un avión.

—¿Un avión? ¡Por favor! ¡Soy un fénix!

Isandro levantó la cabeza con orgullo, y fue entonces cuando lo miré de verdad por primera vez.

Había algo puro en su mirada, una inocencia tranquila, desarmante. Nada que ver con Iván, cuyos ojos negros siempre escondían una crueldad sombría.

—Celia, ¿no vas a decirme algo bonito? —me preguntó con una sonrisa tímida.

Sus ojos brillaban, esperando mi respuesta. Me conmovió un poco y suspiré.

—Isandro, eres tan noble... ¿cómo pudo ella hacerte algo así?

Apenas terminé de decirlo, me di cuenta de mi error.

Miré a Isandro, y sus ojos, que antes brillaban, se apagaron de golpe.

—Lo siento, Isandro —me apresuré a decir—. No quise mencionar eso.

Isandro sonrió con amargura.

—Celia, dime... ¿soy un inútil?

Antes de que pudiera responder, él siguió hablando:

—Marina siempre decía que no sirvo para nada… que solo la hago pasar más calor. No como Iván. Vivía repitiendo que yo la arruiné. Me arrancó las plumas una por una, me pinchó con agujas, me rompió el pico con unas pinzas y después me destrozó las alas. Me dejó afuera, tirado, para que me muriera solo. ¿De verdad soy tan malo como Iván? ¿Por qué me trajiste contigo, Celia? Soy un inútil.

Yo ya sospechaba que Marina maltrataba a Isandro, pero no imaginé que fuera tan cruel.

El apocalipsis de calor era algo que nadie podía prever. Y encima, ella fue la que insistió en elegir a Isandro... ¿tenía que echarle toda la culpa?

—No es cierto, Isandro. Escúchame, no eres como ella dice. Eres increíble, mucho mejor que Iván.

—Celia, sé que solo intentas consolarme... pero está bien. Ya me siento mejor.

Para tranquilizarme, Isandro me dedicó una sonrisa forzada.

—No, Isandro, no te estoy consolando —le respondí—. Eres mucho mejor que Iván, mil veces mejor. Y te voy a contar un secreto... yo también volví a vivir.
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 9

    Iván miró a Marina con una frialdad que cortaba el aire.Su voz salió helada:—Marina, eres una desagradecida. Te aprovechas de mi poder y aún así me pegas. ¿Quieres morir, acaso?Marina, incendiada por la rabia, respondió fuera de sí:—¡Iván! Te dejé beber mi sangre porque tu poder me mantenía viva. ¡Y mira ahora! ¡El agua está a punto de inundar la casa! ¿De qué me sirve tu don ahora? ¡Elegirte fue un error, ojalá hubiera elegido al maldito fénix!Iván le devolvió la sonrisa, seca y sarcástica.—¿Acaso no elegiste ya al fénix en la vida pasada? ¿Y mirá qué bien te salió —dijo con sorna—. Bueno, Marina, me acabas de dar una razón para no quedarme aquí perdiendo el tiempo, ¿no crees?Marina se quedó sin palabras. Luego, como si algo se le hubiera ocurrido, recuperó una chispa de esperanza y preguntó rápido:—Iván, ¿tienes algún plan para sacarnos de esto?Él sonrió con desprecio:—Con mi poder, convertir esa agua en hielo no sería problema.Los ojos de Marina se iluminaron de inmediato

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 8

    A través del espejo vi que el agua del río casi llegaba a las ventanas de la casa de Marina.Ahí entendí por qué, de repente, había decidido pedirme ayuda. Aunque se le notaba la desesperación, seguía con su aire altivo de siempre.—Celia, ¿por qué no dices nada? —soltó Marina con ese tono de superioridad—. Solo porque eres mi hermana estoy considerándote. No seas ingrata.Se me escapó una sonrisa irónica.—¿Ah, sí? ¿Y ahora debería darte las gracias?Marina no notó la burla y siguió como si nada.—Claro. Soy tu salvadora, te lo digo. Tienes que arrodillarte y pedírmelo.—Mejor que lo haga otro —respondí, con calma—Corté la llamada sin pensarlo. El celular volvió a sonar enseguida y me venció la curiosidad: ¿qué excusa inventaría ahora?Al contestar, su voz sonaba tensa, aunque intentaba mantener la arrogancia.—Está bien, Celia —dijo—. Como eres mi hermana, tendré algo de compasión. No hace falta que te arrodilles. Dime dónde estás. Ven a buscarnos a Iván y a mí. Llévanos al Monte O

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 7

    Al ver la cara enfurruñada de Isandro no pude evitar soltar una risa.Isandro, al notar mi reacción, se enojó aún más.—¡No quiero que la busques más! —protestó—. En la vida pasada fuiste tú quien me sacó del huevo, ¡pero ella me lo quitó! Pensé que eras mi salvación... y al final le di todo a esa mujer. ¡Qué idiota fui!—¿Cómo sabes que fui yo quien te sacó del huevo? —pregunté, sorprendida.—¡Porque me cantaste! —respondió con fuerza—. Cantabas fatal, pero cuando escuché la voz de Marina, tan dulce, supe que no era ella. Quise encontrarte, quería que todo volviera a ser como debía... pero entonces llegó el apocalipsis de calor. Vi que Iván podía bajar la temperatura y creí que estarías bien con él. ¡Jamás imaginé que te haría tanto daño!Me ardieron las mejillas de pura vergüenza al recordar que Isandro me había escuchado cantar cuando aún estaba en el huevo. Al pensarlo, comprendí algo doloroso: los dos habíamos caído otra vez en lo mismo, atrapados entre el calor y la desesperació

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 6

    Isandro me pidió que me quedara en el sótano mientras él salía a ver qué pasaba afuera.Tardó un buen rato en regresar.—Celia —dijo en voz baja—, el nivel del agua subió muchísimo. Aunque el sótano está cerrado, se está acumulando demasiada. Si sigue así, en unos días todo esto va a quedar inundado.Me quedé en silencio, intentando procesar lo que acababa de decir.Entonces lo entendí: con el calor insoportable de los últimos días, los glaciares debían estarse derritiendo.El agua bajaba sin parar... y con ese calor, no era raro que la lluvia tampoco se detuviera.Si seguía así, solo era cuestión de tiempo para que nos ahogáramos aquí abajo.Se lo dije a Isandro, y él asintió, preocupado.—Isandro —dije al fin, con decisión—, tenemos que salir de aquí cuanto antes.Él se mordió el labio, tenso.—Lo sé, pero afuera el calor es insoportable. Si salimos, podríamos morir. —Bajó la cabeza, con culpa—. Todo esto es mi culpa. No tengo poder para protegerte. Si hubieras elegido a Iván...Le t

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 5

    Al oírme, Marina se quedó callada unos segundos antes de soltar una risa burlona.—Celia, ¿te volviste loca de celos? ¿En serio inventaste una excusa tan ridícula?—Marina —respondí con calma—, ¿de verdad crees que fuiste la única que reencarnó? Y, por cierto... Isandro es un gran chico. Supongo que debería agradecerte por habérmelo cedido.Dicho eso, colgué sin pensarlo dos veces.A través del espejo vi cómo Marina lanzaba el celular contra el suelo, furiosa.Iván, al verla, frunció el ceño con evidente fastidio.—¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan alterada?—¡Iván! ¡Celia también reencarnó! ¡Sabe todo lo que me hiciste!—Si lo sabe, que lo sepa —respondió Iván con una sonrisa cínica—. ¿Y qué?—¿Cómo se supone que mantenga la ventaja ahora? ¡Seguro se está riendo de mí!—Marina, yo soy quien te da frescura. ¿Y ella? ¿Qué puede ofrecerte Isandro? Ese inútil no sirve para nada.Sus palabras parecieron calmarla.Marina respiró hondo y poco a poco volvió a recuperar la compostura.—Tienes r

  • Sobrevivir al apocalipsis con mi esposo bestia   Capítulo 4

    Antes de que Marina terminara de hablar, los colmillos de Iván se hundieron en su brazo.Un grito desgarrador cortó el aire, tan agudo y desesperado que me heló la sangre.Marina quedó rígida, inmóvil, con la boca abierta en un intento inútil de respirar.Sabía que el veneno de Iván había paralizado sus nervios, pero eso tenía un precio: el dolor se amplificaba hasta lo insoportable.La cara de Marina se torció por la agonía, y sus gritos retumbaban en todo el sótano, tan fuertes que me zumbaban los oídos.Apagué el espejo de inmediato.Al girarme, encontré a Isandro mirándome con el ceño fruncido, entre triste y preocupado.—¿Qué pasa, Isandro? —pregunté en voz baja.Sin responder, me abrazó con fuerza, envolviéndome entre sus alas cálidas y protectoras.—Celia... ¿también te hizo eso en tu vida pasada? —susurró con la voz temblorosa.Sentí que sus palabras me atravesaban.Podía ver cuánto le dolía saber lo que me había pasado, y por un instante, algo se revolvió dentro de mí.Sentí u

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status