Nueva vida y el cachorro recuperado
Mi hermana gemela, Elena, y yo fuimos emparejadas con los gemelos Alfa.
Solo el primer cachorro que naciera entre nosotras sería el heredero Alfa de la manada.
Mi hermana quedó embarazada un mes antes que yo, y se suponía que ella daría a luz al heredero primero.
Pero yo entré en labor de parto un mes antes, de forma prematura.
Pero cuando estaba a punto de dar a luz, decidí quedarme en una habitación llena de pociones especiales que suprimían las contracciones.
Porque, en mi vida anterior, mi pareja Alfa, Marcos, me había sumergido en agua mezclada con acónito para retrasar el parto.
Al final, mi cachorro y yo morimos allí.
La agonía fue insoportable. Sollozaba y suplicaba, rogándole que me explicara por qué me hacía eso.
Pero él ignoró mis gritos por completo.
Lo único que le importaba era apresurar a Elena hasta la guarida de partos de la manada.
—Mi hermano Gabriel murió salvando mi vida —me gruñó—. La única forma de honrar esa deuda de sangre es asegurarnos de que su hijo sea el heredero de la manada. Puedes resentir a Elena todo lo que quieras cualquier otro día, pero hoy no. Solo aguanta un poco más.
—Es una poción especial. Vas a estar sana y salva. ¡Confía en mí!
¿Sana y salva?
Pasé un día y una noche enteros sufriendo en aquel sótano. Mi hijo se asfixiaba en mi vientre mientras el veneno de acónito me consumía lentamente.
Cuando abrí los ojos de nuevo, había regresado al día de mi parto.
Esta vez, tengo que salvarme a mí misma.