Mi Bastardo Inocente
Rebeca, la amiga de toda la vida de mi prometido, resultó que estaba embarazada, por lo que, Héctor, para salvar su reputación, decidió casarse con ella.
Cuando, sin poder creérmelo, le pregunté qué iba a pasar con nuestro bebé y conmigo, Héctor me respondió con una calma que me dejó aterrada:
—Mira, Gabriela, Rebeca no es como tú. Ella solo me tiene a mí en el mundo. No soportaría el escándalo ni los chismes por un embarazo así.
Lo que él parecía olvidar era que yo tampoco tenía a nadie más en el mundo, y que nosotros dos también esperábamos un hijo sin estar casados.
Tiempo después, mientras todo el mundo se burlaba y decía que el hijo que yo esperaba era un bastardo fruto de la infidelidad... Héctor, junto a Rebecca, se limitaba a observarlo todo con una indiferencia hiriente.
Fue entonces cuando comprendí que, incluso en el amor, hay niveles.
Así que tristemente decidí abortar a nuestro hijo, que de por sí no era ningún bastardo, para así dejarle el camino libre a él y a su «inmenso amor» por ella.