A fin de cuentas, después de lo ocurrido, era normal sentirse algo culpable.Con un poco de nerviosismo, volteó la cabeza y se encontró con la cara llena de curiosidad de Rodrigo.—Vale, ¿por qué no contestas mis mensajes?—¿Qué haces por aquí? Esta es la zona de habitaciones. Damián está en uno de los privados de atrás, vamos, yo te llevo.—Oye, espera, es que yo…Pero Rodrigo no le dio oportunidad de explicarse; la tomó del brazo y la sacó de allí, llevándola hacia otro edificio del club.Fue entonces cuando Valeria notó que el sol ya empezaba a ocultarse en el horizonte.En otras palabras, había pasado casi todo el día durmiendo en la habitación de Damián.El privado donde estaba Damián no quedaba lejos. Rodrigo, con su energía característica, empujó la puerta sin importarle nada, arrastrando a Valeria consigo. Al abrirse, Valeria vio a unas cuantas personas sentadas, dispersas por el amplio salón.Damián estaba en una mesa, jugando a las cartas con otros.Considerando la actividad
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