Cuando dejó de amarlo, él empezó a rogar
Para salvar a su hermano adoptivo, Amanda aceptó casarse con César.
Fueron tres años de matrimonio en secreto: compartían la cama, pero no el corazón.
El día que le confirmaron que estaba gravemente enferma, él celebró con fuegos artificiales... junto a su amante.
Y ese mismo día, su hermano salió de prisión y presentó a otra mujer como “el amor de su vida”.
Mientras los hombres que más quiso mostraban con orgullo sus nuevas relaciones, Amanda decidió no esperar más.
Pidió el divorcio, renunció a su trabajo y se alejó de su familia.
Empezó desde cero.
De ama de casa ignorada... pasó a convertirse en una figura clave en el mundo de la tecnología. Nadie la detuvo.
Hasta que un día, su identidad secreta y su enfermedad salieron a la luz.
Su hermano, con la voz rota, le suplicó:
—Amanda… por favor, llámame hermano una vez más.
Y César, el hombre que nunca la valoró, se vino abajo:
—¡Amor, te doy mi vida si con eso te quedas! ¡Solo no me dejes!
Pero ya era tarde.
Amanda había aprendido a seguir sin ellos.
Porque el amor que llega tarde... ya no sirve.