Share

El Juguetito De Mi Esposo
El Juguetito De Mi Esposo
Author: Crystal K

Capítulo 1

Author: Crystal K
Mi prometido, Don Luciano Carbone, y mi mejor amiga, Maya, nunca se llevaron bien. Eran como agua y aceite cada vez que se veían. Sin embargo, antes de mi boda, descubrí que llevaban mucho tiempo acostándose.

Hoy, Maya llegó de Miami para acompañarme en mi última semana de libertad. Se había cortado el cabello. Lo llevaba corto, negro y con un aire rebelde.

Chamarra de cuero, jeans rotos y ese mismo par de botas Doc Martens de siempre. Era una anarquista en mi mundo de etiqueta y orden. Pero era mi mejor amiga.

Ella pidió comida a domicilio, y nos preparamos para una noche de chicas sin salir de casa. Pero cuando se metió a bañar, el celular vibró en el sofá. La pantalla se iluminó.

Eché un vistazo, pensando que sería el aviso de la comida. Pero lo que había en la pantalla no era una aplicación de reparto. Era un mensaje de texto.

—¿Puedes ver quién es? —gritó Maya desde el baño.

Rey de Espadas: “Que empiece el juego. Mi arma está lista para ti esta noche”.

Me quedé paralizada con la mano sobre la pantalla. Ese apodo... Era muy extraño. Pero, lo más extraño fue que el contacto estaba fijado al inicio de la lista.

El celular vibró de nuevo. Esta vez, era una foto.

No debía mirar. Eso era asunto de Maya. Pero mis ojos ya estaban clavados en la pantalla.

La foto mostraba un conjunto de lencería de encaje negro. Tan fina que era casi transparente. Al lado... Sentí la cara arder. Cosas que solo había visto en películas. Accesorios de bondage.

Sentí ansiedad. A Maya le gustaba... Entonces noté el fondo de la foto.

El pecho de un hombre. Piel bronceada y firme. Y una cicatriz. Una cicatriz muy particular, como un rayo. Iba desde su hombro izquierdo bajando hacia el corazón.

Empezaron a temblarme las manos. Conocía esa marca. La había visto mil veces. La había recorrido con la yema de mis dedos en nuestros momentos más íntimos. Luciano dijo que se la hizo en una balacera. Dijo que casi lo mata.

No. No podía ser. Tenía que estar equivocada. Había muchos hombres en Nueva York, muchas cicatrices...

El celular se me resbaló de las manos y cayó sobre la alfombra. Me le quedé viendo, sintiendo que el pecho estaba a punto de estallarme.

Esto no podía ser real. Maya era mi mejor amiga. Luciano era mi prometido.

No se soportaban. Maya pensaba que Luciano era demasiado peligroso para mí. Luciano pensaba que Maya era una mala influencia... Tenía que amarrarlos a las sillas para soportar una sola cena. Solo pasó una vez.

Agarré el celular y marqué el número de Luciano. Se conectó una videollamada.

—Amor. —La cara de Luciano apareció en la pantalla, tan guapo como siempre, con el pelo oscuro un poco despeinado—. ¿Ya me extrañas?

—¿Dónde estás? —Traté de que no me temblara la voz.

—Ocupado. Con cosas aburridas. —Me miró con preocupación—. No te ves muy bien. ¿Qué tienes?

—Nada. Solo... —Respiré hondo—. ¿Puedes venir esta noche?

—Claro. Dame una hora. —Su mirada se suavizó—. ¿Segura que estás bien?

—Segura.

Pero no lo estaba. Esa cicatriz...

—Por cierto —dijo Luciano—, ya regresó Maya, ¿verdad?

—Sí, se está bañando.

Su expresión se puso seria.

—Te lo he dicho cien veces. Esa mujer es sinónimo de problemas. Es una mala influencia.

—Luciano...

—Hablo en serio —me interrumpió—. Viene de la calle, Catherine. Violencia, drogas... ese es su mundo. No el tuyo.

Recordé la preparatoria. Un callejón después de clases. Tres tipos me tenían acorralada.

Maya apareció, agitando una cadena de bicicleta. Su mirada era tan implacable que parecía capaz de matar. Esa fue la primera vez que vi violencia real. Ese fue el día que comencé a admirar el fuego salvaje que había en ella.

—Me salvó la vida —dije en voz baja.

—Eso fue hace mucho tiempo. —La voz de Luciano se volvió amable de nuevo—. Ahora me tienes a mí para cuidarte. No necesitas amigas como ella.

Asentí, pero el nudo en el estómago se apretó más.

—Te amo —dijo—. Te veo en una hora.

La llamada terminó. Me quedé sentada en el sofá, mirando el celular de Maya.

Quizá me estaba preocupando demasiado. Quizá la cicatriz era solo una coincidencia. Quizá...

Se cerró la llave del agua en el baño. Maya saldría en cualquier momento.

Dejé el celular donde lo encontré, fingiendo que no había pasado nada. Pero la imagen se me había quedado grabada en la mente. El encaje negro. El equipo de bondage. Y esa cicatriz en forma de rayo.

Salí a la terraza para tomar un poco de aire, tratando de aclarar mis ideas. La boda era en una semana.

Estaba a punto de casarme con el hombre más poderoso de Nueva York. Mi mejor amiga había volado desde Miami para estar conmigo.

Se suponía que todo debía ser perfecto. Entonces, ¿por qué sentía que el suelo se estaba abriendo bajo mis pies?

Escuché pasos detrás de mí. Una mano me tocó el hombro.

—Catherine.
Continue to read this book for free
Scan code to download App

Latest chapter

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 11

    CATHERINEDos meses despuésEl sol florentino sanó mis heridas. En los campos de la Toscana me reencontré conmigo misma.Pinté, leí y estudié a los clásicos. Sin llamadas de Luciano. Sin noticias de Maya. Sin la sombra de la mafia de Nueva York acechando.Solo yo y el arte en su estado más puro. Diseñé una docena de vestidos nuevos, inspirada por los maestros del Renacimiento. Eran elegantes, puros, dotados de una gracia intocable.Esta era mi nueva vida. El día que regresé a Nueva York, el aire de otoño se sentía fresco y nítido. El aeropuerto bullía de actividad, pero mi corazón permanecía en calma.Mi padre estaba ahí para recogerme.—Te ves muy bien —sonrió—. Recuperé a mi hija.—Así es —le devolví la sonrisa—. Estoy lista para empezar mi nueva vida.El auto avanzó hacia casa. Nueva York seguía siendo Nueva York, pero yo ya no era la misma.Mi historia había viajado más rápido que yo. Se convirtió en un susurro entre la élite: la prometida del Don que renunció al trono para elegirs

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 10

    MAYAEl pasillo del hospital estaba frío. Las luces blancas fluorescentes lastimaban mis ojos.—Señorita Cross. Ya puede irse.Marco estaba frente a mí, con la cara inexpresiva.—¿Cómo está Luciano? —pregunté.—Eso no te importa —su tono fue cortante—. El jefe dijo que no quiere volver a verla nunca.No quiere volver a verme nunca. Hace unas horas, en esa catedral, me llamó basura. Un juguete. Algo para usar y tirar.Ahora ni siquiera se molestaba en mirarme.—Puedo esperar a que despierte...—Señorita Cross —me interrumpió Marco. Dos guardaespaldas se acercaron a él—. Por favor, váyase. O tendremos que sacarla a la fuerza.Los miré a los ojos. Eran indiferentes, desconocidos.Eran los mismos hombres que solían hacerme reverencias porque yo era la mujer del jefe.Ahora me veían como si fuera basura.Me di la vuelta y salí del hospital. Había empezado a llover. Una lluvia de octubre helada y cruel.No traía paraguas. El agua empapó mi pelo rápidamente y me escurrió por la cara. Lluvia o

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 9

    LUCIANOLas palabras de Maya me dieron ganas de vomitar.Me puse de pie de un salto, le enredé la mano en el cabello y la arrastré sin piedad. Ella gritó de dolor, pero me importó un carajo.—¿Crees que te necesito? —Le estrellé la cabeza contra una columna de piedra—. ¿Qué mierda eres tú?La sangre comenzó a escurrir por su frente, pero mi furia estaba lejos de apagarse.—Hace solo dos días, nosotros... —trató de argumentar ella.—¿Hace dos días? —Me burlé, cerrando la mano en su garganta y apretando hasta que su cara comenzó a ponerse morada—. Eras solo un maldito agujero para coger. Eso es todo lo que fuiste. ¿En serio crees que podría amarte? No vales ni una sola pestaña de Catherine.—Tú... dijiste que me amabas... —logró articular entre ahogos.—¿Amarte? —La solté, viendo cómo se desplomaba en el suelo, tosiendo—. Nunca te amé. Solo eres un animal que abre las piernas, una perra que sabe ladrar. Haces las cosas sucias que Catherine jamás haría.Las lágrimas mezcladas con sangre c

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 8

    El abrazo de mi papá se sintió cálido. Tan reconfortante como cuando tenía pesadillas de niña. Lloré hasta sentir que el alma se me salía del cuerpo. Todo el dolor, toda la traición; todo brotó.—No me voy a casar —dije entre sollozos—. No quiero nada de esto.—Está bien —respondió mi papá, acariciándome el pelo—. Lo que tú quieras, hija.No preguntó por qué. No me reprochó ser impulsiva. Solo me sostuvo con fuerza.—Llévenla a casa —ordenó a los guardaespaldas.Me ayudaron a subir al Rolls-Royce. Mi papá se sentó a mi lado. El auto se alejó de aquel lugar que ahora parecía una pesadilla.Al llegar a casa, mi mamá estaba esperando. Al ver el estado en el que me encontraba, no hizo una sola pregunta. Solo me abrazó y dejó que llorara en su hombro.—Mamá está aquí —me dijo en voz baja—. Todo va a estar bien.Tres horas después, el abogado llegó con una pila de documentos.—Todos los regalos del señor Carbone han sido catalogados —informó el abogado—. Joyas, propiedades, acciones. Todo es

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 7

    Un dolor fuerte me estalló en la cara.Sin embargo, aquello no era nada comparado con el que me miraba Maya.—¡Por fin! —chilló ella—. ¡Por fin ya no tengo que fingir!Su cara se había deformado en una mueca horrible.—¿Tienes idea de cuánto te odio? ¡Catherine Sterling, la princesita perfecta!Su voz retumbó por todo el vestíbulo. Algunas personas que pasaban por ahí se detuvieron a mirar.—¡Odio a tu familia! ¡Odio tu historial impecable! ¡Odio cómo consigues todo sin siquiera intentarlo!Me quedé ahí parada, escuchando, sintiendo cómo se me desgarraba el alma.—¡Luciano debía ser mío! ¡El trono debía ser mío! —la voz de Maya se volvió más aguda—. ¡Pero entonces llegaste tú flotando, Santa Catherine, y lo embrujaste con esa inocencia de ojos grandes y tu maldita amabilidad!—Yo nunca...—¡Claro que sí! —me interrumpió—. ¡Le quitaste todo! ¡Su amor, su atención, sus promesas! ¿Y yo qué era? ¡A mí me dejaste escondida en las sombras, robando las sobras de lo que debía ser mío!Mi mente

  • El Juguetito De Mi Esposo   Capítulo 6

    —Por favor.Los ojos de Luciano estaban rojos, la mirada anegada en lágrimas.—No te vayas.Bloqueó el marco de la puerta, impidiéndome el paso.—Sé que me equivoqué. Sé que te lastimé —le temblaba la voz—. Pero podemos arreglar esto. Podemos volver a empezar.—¿Volver a empezar? —De mi garganta brotó una risa carente de emoción—. ¿Y sobre qué base vamos a construir? ¿Sobre más mentiras?—No, con la verdad. —Intentó alcanzarme, pero me aparté bruscamente—. Te contaré todo. Maya, ella...—Ya basta —lo interrumpí—. No quiero escuchar ni una palabra más sobre esa mujer.—Entonces, ¿qué hay de nosotros? —Luciano me miró con desesperación—. Catherine, piensa en nuestro imperio. En todo lo que construimos.—Ese era tu imperio, Luciano —le corregí—. Nunca fue mío.—¡No! ¡Es nuestro! —insistió, aferrándose a mi brazo—. No soy nada sin ti. Tú me hiciste mejor, más fuerte. ¡Eres mi reina!Mi mente viajó a lo ocurrido un año atrás. Sophia Castellano, la hija de una familia rival. Luciano se había

More Chapters
Explore and read good novels for free
Free access to a vast number of good novels on GoodNovel app. Download the books you like and read anywhere & anytime.
Read books for free on the app
SCAN CODE TO READ ON APP
DMCA.com Protection Status