MasukLeon siempre había dado por sentada mi sensibilidad. Ahora por fin comprendía que me había pasado la vida soportando una manada de lobos.Soltó un aullido bestial y se abalanzó hacia el frente, intentando estrangular a la malvada Emma. Pero la policía lo detuvo.Para cuando Leon salió de la comisaría, ya había caído la noche. Vagó por las frías calles como un alma en pena, sin rumbo, hasta que se encontró ante mi tumba.Mi foto en la lápida aún lucía la misma sonrisa radiante. Cayó de rodillas con un golpe sordo. La piedra helada bajo él le recordó lo frío que había estado mi cuerpo ese día en la nieve.—Sarah... lo siento... lo siento... —repitió, desmoronándose por completo. Solo después de mi partida derramó por fin las lágrimas que deberían haber brotado hacía mucho tiempo.Emma fue condenada a cadena perpetua por tráfico ilegal de órganos e intento de asesinato. Incluso el médico recibió su merecido castigo.Todos los bienes que le había dado; la casa, el coche, los ahorros
Emma fue la más devastada de todas. De la noche a la mañana, pasó de ser una princesa consentida a ser blanco de la condena nacional. Incluso la familia que siempre le había complacido en todos sus caprichos comenzó a volverse en su contra.—Mamá, papá, Leon, por favor, créanme. De verdad que no quise... —suplicó, usando lágrimas para ganárselos, pero nadie le prestó atención.Leon solo la miró con ojos cansados.—Emi, ¿seguirás mintiendo incluso ahora? —preguntó.En ese momento, Michelle entregó la tercera y más contundente prueba a la comisaría.La cámara estenopeica que había instalado en el quirófano había grabado la prueba más crucial. En el video, el cirujano regateaba con Emma.—Sra. Lawson, este riñón proviene de un atleta de élite, pero ya no está en óptimas condiciones. En el mercado negro, solo podría alcanzar los tres millones —dijo el médico.—Tres millones no son suficientes. Mi hermana fue campeona mundial de montañismo, así que su riñón debería valer al menos cin
Después de que Michelle terminó de hablar, asintió a alguien que estaba detrás de ella.Una enorme pantalla de proyección a un lado de la funeraria se encendió, reproduciendo un video. La grabación mostraba el interior del helicóptero de rescate.En el video, Emma se apoyaba en la ventana, con un aspecto perfectamente sano. Me miró mientras luchaba por abrirme paso entre la nieve y, con arrogancia, sacó la lengua, haciendo una mueca burlona.La funeraria se sumió en un silencio atónito. Todos los dolientes miraban la pantalla con incredulidad.Luego miraron a Emma, que parecía tan frágil que podría desmayarse en cualquier momento. La expresión descarada y triunfante en la pantalla contrastaba marcadamente con su aspecto lastimero y surcado por las lágrimas.—¿Qué... qué está pasando aquí? —preguntó alguien.—¿Pensé que ella había sido rescatada primero porque se sentía mareada? Se ve perfectamente bien en esa grabación —dijo otro.Los susurros se extendieron rápidamente. El rost
Leon murmuró para sí mismo, luego frenéticamente agarró su teléfono y empezó a llamar a todos los hospitales importantes de Avondale.—Hola, puedo preguntar... ¿Falleció esta tarde en su hospital una paciente llamada Sarah Lawson?—Sí, señor. La Sra. Lawson falleció a las 3:15 p. m. por un fallo multiorgánico debido a un cáncer en fase terminal. No pudimos salvarla a pesar de nuestros esfuerzos.Tras recibir la confirmación del tercer hospital, el teléfono de Leon se le resbaló de las manos y cayó al suelo con estrépito. Perdió todas las fuerzas y se desplomó de rodillas sobre la alfombra. Por fin, aceptó la verdad: yo realmente me había ido.Mamá observó su estado devastado, con la preocupación reflejada en sus ojos, pero en lugar de acercarse a él, fue directamente a consolar a Emma, que lloraba en sus brazos.—No llores más, Emi. Sarah no soportaba vernos felices.Habló con los dientes apretados, como si yo hubiera sido su enemiga en lugar de su propia hija.Continuó: —Se pel
Estaba muerta. Mi espíritu flotaba sobre la pequeña cabaña al pie de la montaña, observando.Michelle abrazó mi cuerpo frío y lloró desconsoladamente. Ella había sido el único calor en mi vida, y ahora ya no podía consolarla.Mi consciencia regresó a la casa donde había vivido durante 31 años. La casa estaba brillantemente iluminada y llena de voces alegres y risas.En el centro de la sala había un enorme pastel de tres pisos. Mamá, papá, Leon y Daria rodeaban a Emma para celebrar su 32.º cumpleaños.Hoy también debería haber sido mi cumpleaños. En cambio, se había convertido en el día de mi muerte.—¿Por qué no ha vuelto Sarah todavía? Prometió que nunca se perdería mi cumpleaños —dijo Emma, acurrucándose en el hombro de Leon y fingiendo preocupación.Mamá sonrió y le tocó la nariz con suavidad.—Le encanta ser misteriosa. No te preocupes por ella. Hoy es todo para ti, así que pide tu deseo.Papá miró a Emma con adoración.—Así es. Ya no la esperaremos.Leon encendió las vel
Papá suspiró y dijo: —Ya ves, hasta Daria sabe quién la quiere de verdad.Mamá asintió.—Ahora nuestra familia por fin está unida de nuevo —dijo.Sí, ellos cinco eran una familia. Observé su alegre reencuentro y me di la vuelta en silencio. Abrí la puerta de la habitación del hospital y salí.A mis espaldas, oía sus risas alegres. Cerré la puerta lentamente, alejándome de ese mundo para siempre.En mi último día de vida, no quería que vieran mi miserable estado. Así que viajé a Avondale, el lugar donde hice mi primera escalada en solitario. Ya no tenía fuerzas para subir la montaña, así que encontré un pequeño refugio en la base y me registré.En mis últimos momentos antes de perder el conocimiento, Michelle me encontró. Ella me llevó de urgencia al hospital para recibir atención médica, con la voz entrecortada por las lágrimas.Nunca imaginé que sería ella quien lloraría mi pérdida al final. Con las pocas fuerzas que me quedaban, la miré y señalé la mochila junto a mi cama.Tr