Me llevo al niño, y el CEO pierde el control
Cinco años de matrimonio, y Ariana Torres nunca imaginó que su esposo, Ignacio Cruz, le pediría compartirlo con otra mujer.
Él le dijo, sin inmutarse:
—Ella es muy importante para mí. No hagas un escándalo y acéptala.
Luego, con una frialdad calculada, añadió:
—Mientras tú lo aceptes, seguirás siendo siempre mi esposa. Nadie podrá quitarte tu lugar.
Ariana conoció a Ignacio en su momento más difícil. Él la rescató, la casó, la consentió y la trató con cariño. Siempre creyó que nadie la amaría más que él.
Pero ahora, se daba cuenta de que todo había sido una gran mentira.
***
Ignacio jamás imaginó que esa chica que había mantenido con tanto mimo le pediría el divorcio.
No se opuso. La dejó hacer lo que quisiera, convencido de que tarde o temprano ella volvería, porque sabía que fuera de él no encontraría algo mejor, que no sería capaz de vivir sola.
Pero Ariana, con su carácter fuerte y terco, aunque sufriera, nunca dio un paso atrás.
Él, sin poder evitarlo, le preguntó:
—¿No puedes ceder ni una vez?
Y entonces... Ariana cedió.
Después de eso, desapareció por completo de su vida.
Desde ese momento, Ignacio, que siempre había sido un hombre sin miedo, empezó a sentirlo por primera vez.
Tiempo después, Ariana apareció de nuevo, esta vez con otro hombre.
Ignacio, con los ojos rojos de tanto llorar, la interceptó detrás de la puerta, desesperado por entender qué había pasado.
—Ariana, qué cruel eres —dijo, casi entre dientes, con el dolor evidente en su voz.