Para mi familia, mi vida no es nada
Mi hermano menor y yo sufrimos un accidente.
A mí se me reventó el corazón y necesitaba cirugía urgente.
Pero mi mamá, que fue la directora del hospital, reunió a todos los doctores en la habitación de mi hermano para hacerle un chequeo completo, a pesar de que solo tenía rasguños menores.
Le supliqué a mi mamá que me salvara, pero ella, con fastidio, me gritó:
—¿No puedes dejar de competir por atención por una vez? ¡¿Acaso no entiendes que tu hermano casi se lesiona el hueso?!
Al final, morí solo, en un rincón donde nadie me encontró.
Pero cuando se enteró de mi muerte, mi mamá, quien más me odiaba, enloqueció.