Frente a la furia del emperador, Serafina sonrió con ironía.—¿Yo tengo mucho valor?—Majestad, fui secuestrada y rescatada, y aunque conservo mi pureza, nadie lo cree.—Todos a mi alrededor me aconsejaron callar, ignorar las dudas y rumores, esperar a que todo se olvidara con el tiempo.—Pero la realidad fue otra.—Cada día vivía con miedo y dolor, incluso llegué a dudar de mí misma. No sabía cómo definir la pureza de una mujer, mucho menos entender por qué, siendo una víctima, convertida en blanco de calumnias, debía cargar con la culpa. ¿Por qué se me tilda de inmoral, si lo único que hice fue sobrevivir?—Si no fuera valiente, ya me habría destruido la opinión pública. ¿Cómo habría tenido el coraje de ponerme este vestido ceremonial y casarme en palacio?—Si no fuera valiente, ¿cómo me atrevería a pedirle que investigara la verdad?—Sí, soy valiente. Por eso le ruego, majestad, ¡que me destituya como emperatriz! Seré aún más valiente y declararé públicamente los hechos, ¡para que t
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