Short Stories & Novels

Explore a diverse collection of captivating short stories that span various genres. Perfect for readers looking for quick literary escapes and engaging narratives.
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Hola Ex, Ahora Soy tu Madrastra - All novels & stories
Primavera Levanto
En vísperas de la boda, la noticia de que la amante del prometido había dado a luz se volvió un escándalo. Julian Espinoza no esperó a que yo lo confrontara y habló con indiferencia. —No fue más que un accidente. Tú encárgate primero de la fiesta de compromiso. —Además, tu papá está en fase terminal de cáncer de estómago. Cancelar la alianza ahora no le conviene a ninguna de las dos familias. Esa misma noche faltó a la cena de compromiso, pero en sus redes sociales subió la foto de un bebé envuelto en mantas. Cuando marqué una videollamada, apareció dándole de comer con un biberón al recién nacido. —Últimamente estoy cuidando al niño y no tengo tiempo para ti. Ya sabes, en mi familia solo queda una rama masculina, el hijo es prioridad. Limpió la leche de la comisura de los labios del bebé y añadió: —Pero tranquila, cuando cumpla el mes lo mando a Inglaterra. En las fiestas importantes basta con que te muestres como si fueras su madre. El lugar de señora de la familia Espinoza siempre será tuyo. Yo me quedé mirando el anillo en su dedo anular, idéntico al mío, y solté una risa. —Este compromiso queda anulado. Él bufó con frialdad: —Armas tanto escándalo por una tontería. No seas tan caprichosa. Colgué de golpe la videollamada y marqué al número privado de su padre. —Dicen que anda buscando nueva esposa, ¿por qué no me considera a mí? Acariciando mi vientre, solté una risa baja: —Después de todo, tengo facilidad para embarazarme; los hijos que usted quiera, se los puedo dar. Qué soledad la de una familia con un solo heredero. Yo misma le daré varios hermanos para que al menos haya ruido en la casa.
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El aborto: el fin de mis sufrimientos - All novels & stories
Rosalina
En mi sexto mes de embarazo, mi hermana menor, Clara Soto, sufrió un accidente de tráfico. Debido a la pérdida de sangre, requirió con urgencia un donante compatible. Y, según los exámenes, yo era la única que podía salvarle la vida. Sin embargo, debido a que durante los últimos meses de embarazo había perdido peso, me recomendaron no donar. Aun así, mi familia me obligó. Por lo que, sin fuerzas para oponerme, esperé que mi esposo me ayudara a salir de esa situación. No obstante, se quedó a un lado con los brazos cruzados, diciendo: —Estás bien de salud. Donar sangre no te afectará en nada. Clara tendrá un futuro brillante, no voy a permitir que lo destruyas. Después de la donación, me desmayé. Y, cuando desperté, supe que algo dentro de mí se había roto. Por lo que, sin decir ni una palabra, lo primero que hice fue agendar un aborto.
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Promesa de un siglo - All novels & stories
Luisa
El día de la boda, la amiguita de la infancia de mi prometido apareció en el lugar con un vestido de novia idéntico al mío, hecho a la medida. Mientras los veía recibir a los invitados juntos, sonreí y comenté lo perfectos que se veían, como si el destino los hubiera unido. Ella, roja de vergüenza y furia, se marchó del evento. Él, frente a todos los presentes, me acusó de ser una mujer celosa y dramática. Cuando terminó el banquete, se fue con ella al destino que habíamos reservado para nuestra luna de miel. Yo no lloré ni hice un escándalo. Simplemente, llamé a mi abogada de inmediato.
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El amor que quedó atrás - All novels & stories
Camote Loco
En el hospital se armó un escándalo. Un familiar de un paciente agitaba un cuchillo como un loco y, por instinto, empujé a Bruno para apartarlo. Pero él, de un tirón, me agarró la mano y me puso enfrente... para proteger a su querida Celia. Así, la cuchillada fue directo a mi vientre. Y con eso, me arrancó a mi bebé, que apenas empezaba a vivir. Mis compañeros del hospital, con lágrimas en los ojos, intentaban llevarme de urgencia a la UCI, pero Bruno me jaló de la camilla con brusquedad. Con la voz dura y cortante, soltó: —¡Primero salven a Celia! Si a ella le pasa algo, los echo a todos. Los médicos se quedaron helados, llenos de indignación. —¡Estás loco, Bruno! —le gritó uno—. Celia solo tiene un rasguño, ¡tu esposa está mucho peor! Yo, con las manos apretando mi abdomen empapado en sangre, asentí lentamente. —Déjenlo así... Bruno... con esto que te devuelvo hoy, ya no te debo nada.
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Hubiera Sido Mejor Nunca Haberte Conocido - All novels & stories
Nube
Cuando mi cuñada Marina volvió a tener una crisis, supe que otra vez me esperaba el divorcio. Cerré los ojos y pensé: “Esta vez, ya es la novena.” Adrián se frotó las sienes y, con un tono de culpa, dijo: —Isabela, la muerte de mi hermano mayor fue demasiado repentina. Dejó a ella con el bebé en su vientre. No puedo desentenderme de ellos. Tranquila, en cuanto nazca el niño nos volveremos a casar de inmediato. ¡Esta vez no habrá más separaciones! Guardé silencio. Al fin y al cabo, esa promesa ya la había escuchado ocho veces. La primera vez que nos divorciamos fue porque mi cuñada se derrumbó tras la muerte inesperada de mi hermano mayor. Ella estaba embarazada, y Adrián me pidió el divorcio con la idea de volver a casarnos cuando lograra tranquilizarla. Durante nueve meses nos separamos y reconciliamos ocho veces. Todos se burlaban de mí llamándome “la mujer de los ocho divorcios”. Incluso yo lo encontraba absurdo. Tomé el acta de divorcio recién impresa y, al verlo, el funcionario a un lado me preguntó en voz baja: —¿Cuándo volverán a casarse la próxima vez? Respondí con frialdad: —No habrá una próxima.
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52 Veces Despedida - All novels & stories
María José Martínez López
Después de cinco años de relación, mi novio, abogado, canceló nuestra boda… ¡52 veces! La primera vez, me dejó plantada en la playa porque su pasante —una joven que trabajaba con él en el bufete— cometió un error llenando unos formularios, y él volvió corriendo a la oficina. La segunda, justo cuando estábamos por casarnos, se enteró de que otro abogado estaba haciendo pasar un mal rato a la misma pasante y se fue a «ayudarla», dejándome sola ante las risas de todos los invitados. Desde entonces, no importaba cuándo planeáramos la boda, ella siempre tenía un nuevo problema urgente que lo requería. Hasta que un día, me harté. Con el corazón roto pero la frente en alto, decidí terminar con todo. Y ese día que me fui de Santa Lucía del Valle… Él se volvió loco, buscándome por toda la ciudad.
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Elegiste acabar con nuestro bebé para salvar a tu amante - All novels & stories
Grin
Con nueve meses de embarazo, un exempleado, que guardaba un profundo rencor tras haber sido despedido para darle ese puesto a mi esposo, me llevó a la fuerza a la azotea del edificio y me asestó decenas de puñaladas. Mi marido, Víctor Escobar, capitán de un escuadrón de rescate, prefirió movilizar a todo su personal para impedir que Raquel Herrera, su exnovia, sumida en una depresión, le prendiera fuego a su departamento. No le supliqué que viniera a rescatarme. En mi vida anterior, precisamente porque lo había llamado suplicándole ayuda, él había dejado desprotegida a Raquel y había ido corriendo a salvarme. Mi bebé y yo logramos sobrevivir, pero ella, después de prenderle fuego a su departamento, murió consumida por el incendio. En apariencia, Víctor no me había guardado ningún rencor. Incluso llegó a reservarme una suite de maternidad privada. Sin embargo, el mismo día que di a luz, me amarró ¡y nos acuchilló sin piedad, a mí y a mi bebé recién nacido! —¡Ese día tú y ese tipo se pusieron de acuerdo para engañarme, ¿no es así?! ¡Tus «heriditas» no eran nada graves! ¡Ni de chiste te ibas a morir! —exclamó, fuera de sí—. ¡Pues, si tanto te encanta que te apuñalen, entonces, te daré el gusto! Cuando volví a abrir los ojos, había regresado al día en que me habían tomado como rehén. Pero, esta vez, tomé una decisión: lo dejaría correr para salvar a su Raquel.
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Tras renacer, acepté al hermano peligroso del magnate - All novels & stories
María
El día de mi vigésimo cumpleaños, el amigo multimillonario de mi abuelo colocó varias fotos frente a mí y me pidió que eligiera un esposo. Sin vacilar, seleccioné a Adrián Mendoza, el sexto hijo de la familia Mendoza. Todos los presentes quedaron atónitos. Después de todo, todo el mundo sabía que yo, la heredera de la familia Delgado, había estado obsesionada durante años con Luciano Mendoza, el tercer hijo de los Mendoza. En mi vida anterior, logré casarme con Luciano, quien gracias a esto heredó la mayor parte de los bienes de su abuelo. Pero después del matrimonio, me fue infiel con mi hermana menor, Sofía Delgado. Mis padres, furiosos, enviaron a Sofía a estudiar al extranjero. Desde entonces, Luciano me odió profundamente. Permitió que numerosas amantes que se parecían vagamente a Sofía me humillaran constantemente. El acoso constante me llevó a sufrir una severa depresión. Al final, Luciano reemplazó mis medicamentos con veneno lento, y morí embarazada, llena de amargura. Al renacer, decidí dejarlos ser. Pero cuando se anunció mi compromiso con Adrián Mendoza, Luciano perdió por completo la cordura.
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El Día Que Me Robaron El Altar - All novels & stories
Menta Suave
El día de mi boda, de repente, mis papás trajeron a mi novio a la casa y dijeron que la boda iba a tener otra novia: —Tu hermana tiene una enfermedad terminal, su único deseo es casarse con Iván. —Tú eres su hermana menor, sé buena y ayuda a tu hermana. —No te apresures —intervino también mi novio—, es nomás una ceremonia. Después de que ella se muera, nosotros todavía podemos casarnos. Yo no estuve de acuerdo, así que mis papás me amarraron. —Te soltaremos, después de que se acabe la boda. Pero, poco después de que se fueron, un ladrón que se metió a la casa me mató de forma brutal. Cuando por fin se acordaron de mí, solo encontraron mi cuerpo ya en estado de descomposición.
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Sombras del Corazón - All novels & stories
Andrea León
Después de que la ex de mi esposo me empujara, tuve complicaciones graves al dar a luz a nuestro segundo hijo y morí en la esquina de la escalera del hospital de los Hesselink. Antes de morir, mi hijo de seis años lloró sin parar, rogándole a su papá, Marc Hesselink, que me ayudara. La primera vez, él solo se burló: —Tu mamá se volvió más inteligente… ahora usa al niño para hacerse la víctima y engañar a todos. Después de eso, le soltó la mano a nuestro hijo y se fue como si nada. La segunda vez, nuestro hijo le dijo que no paraba de sangrar. Marc se fastidió: —Qué llorona. Solo es un aborto, no es para tanto. Siempre tan dramática. Luego sacó al niño de la habitación y le ordenó al médico que nadie se acercara a ayudarme. —Es culpa mía por mimarla tanto. Si no la dejo sufrir un poco, nunca va a aprender. La última vez, nuestro hijo se arrodilló frente a Angie Pavard y le rogó con desesperación. Marc estalló de furia y mandó a sus guardias a maltratar a nuestro hijo. Lleno de heridas, lo arrastraron fuera de la habitación, dejándolo ahí tirado para que se burlaran de él. —Si vuelves a molestar a Angie mientras se recupera, saco a tu mamá de la familia Hesselink y no la vas a ver nunca más. Aun así, nuestro hijo arrastró su cuerpecito de regreso hasta donde yo estaba, dejando una línea de sangre tras de sí. Esta vez, como él quería, tanto mi hijo como yo terminamos muertos. Y ya no vamos a volver a verte nunca... nunca más.
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Y al final, la bruma se disipó - All novels & stories
Ana Fénix
El día que se cumplían tres años del matrimonio de Camila y Lucas, él invitó a todos sus amigos para celebrarlo. Pero, cuando ella llegó al lugar, lo vio de rodillas, proponiéndole matrimonio a Renata, su amiga de la infancia. Camila lo confrontó con la voz contenida, pero él, con fastidio, simplemente dijo que era parte de un juego de «verdad o reto». No fue sino hasta que, por proteger a Renata, Lucas empujó a Camila por las escaleras, provocándole un aborto, que ella finalmente despertó del engaño. Ella le había dicho que le daría cinco oportunidades. Y ahora… las cinco se habían acabado. —Lucas, quiero el divorcio.
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Ante la traición, me casé con el padrino - All novels & stories
Irene Moser
Diego llegó tarde a nuestra boda. Cuando finalmente apareció, entró al salón tomando del brazo de Liliana con delicadeza. Traía puesto el traje de padrino, mientras que el de novio había sido abandonado en el sofá como si fuera un trapo viejo. —Diego, ¿por qué te pusiste...? —comencé a preguntar. —¡Inés! —me interrumpió bruscamente, con la mirada alerta—. Piensa bien lo que vas a decir. Sé generosa, y no me hagas odiarte. Sonreí, decepcionada. Como Liliana Martínez, su primer amor, había perdido la memoria, habíamos quedado atrapados en el juego de ayudarla a recuperarse. Teníamos que esconderle todo lo malo y tratarla con cuidado, evitando cualquier cosa que pudiera alterarla. Diego se acercó a mí y me abrazó con ternura. —Inés, ¿puedes entenderme? —me susurró al oído, antes de darme un beso ligero. Obedecí, le agarré la mano al padrino y caminé hacia el altar del matrimonio junto a él. El otro día, me encontré a Diego en un centro comercial mientras yo compraba cosas para nuestro bebé que iba a nacer. Me detuvo, y sus ojos, enrojecidos, se clavaron en mi vientre: —Inés... Todo esto era una farsa, ¿no? ¿Por qué estás embarazada?
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La Heredera Traicionada - All novels & stories
Niebla Gris
En mi vida pasada, mi hermano, solo porque su amante dijo que quería ver una lluvia de estrellas, se llevó a todos sus guardaespaldas y manejó hasta las afueras para armarle una noche bajo las estrellas. Ni se lo esperaba, pero los enemigos que mi hermano había jodido aprovecharon la oportunidad, y se metieron a la casa queriendo acabarnos por venganza. Mi madre luchó a muerte para protegerme, quedando fatalmente herida, debatiéndose entre la vida y la muerte. Llamé mil veces al celular de mi hermano, rogándole que se regresara cuanto antes para rescatarnos. Al final, no le quedó más remedio que regresar con sus guardaespaldas. Atraparon a los enemigos, pero de las afueras llegaron noticias horribles. La amante de mi hermano había dejado una carta de despedida, y no se sabía si seguía viva o no. En la carta me echaba la culpa a mí, decía que yo había alejado a mi hermano a propósito, y que por eso los enemigos la habían torturado, y al final se había suicidado. Mi hermano, bien frío, quemó su carta y me dijo que no le diera tantas vueltas. Después del incidente, culparon a mi hermano, y mi padre prometió dejarme a mí el manejo de la empresa familiar. Pero, después de que se acabó la cena de celebración, mi hermano me asesinó cruelmente en mi recámara. Con cara de nada, me dijo con frialdad: —Alguien tan malvada como tú ya debería haberse muerto hace mucho. ¡Tú eres la que debería estar muerta, y el derecho de heredar la familia también debería ser mío! Morí con los ojos abiertos, y, cuando «volví en mí», afuera de la mansión se oía cómo los enemigos forzaban la puerta.
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El Amor Envenenado nunca será Perdonado - All novels & stories
Teresa Romero
Cuando el primer amor de mi esposo descubrió que estaba embarazada, me empujó deliberadamente por la borda del crucero. Pero en lugar de gritar pidiendo ayuda, agarré a Camila —mi suegra, la madre de León— que también había caído al agua, y juntas luchamos por sobrevivir. En mi vida anterior, había gritado desesperadamente en el mar, por lo que mi esposo organizó de inmediato un equipo de rescate que nos salvó a ambas. Pero las manchas de sangre de su primer amor atrajeron tiburones que la devoraron viva. Después de que ella muriera, mi esposo dijo que no merecía ninguna lástima por haberme empujado al agua, y aunque yo estaba aterrorizada, él accedía a todos mis caprichos. Sin embargo cuando nuestro hijo nació, ocurrió que él usó la tablilla conmemorativa de su primer amor para golpear al bebé hasta matarlo. —¡Todo es culpa tuya, maldita, por hacerme perder a mi verdadero amor! ¡Ahora sabrás lo que se siente al perder a alguien! Con todas mis fuerzas, hice que él y yo muriéramos juntos. Cuando volví a abrir los ojos, descubrí con asombro que había regresado a ese mismo mar.
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Le di a mi novio a su amor ideal... y terminó arrepentido - All novels & stories
Alegría
Tuvimos una relación de diez años. Salvador Ríos, finalmente, aceptó casarse conmigo. Pero el día en que debíamos tomarnos las fotos para la boda, cuando el fotógrafo nos pidió que nos besáramos, Salvador frunció el ceño con desagrado, murmuró que sufría de misofobia y, sin más, me empujó suavemente a un lado y se marchó solo. Yo, con la cara ardiendo de vergüenza, me vi obligada a disculparme con todo el equipo por su actitud. Afuera caía una nevada densa. Era imposible encontrar un taxi. Caminé sola, paso a paso sobre la nieve, con los pies empapados… y el corazón también. Y al llegar al departamento que sería nuestro hogar conyugal, lo encontré besando a Lucía Solís. Abrazándola como si el mundo estuviera a punto de acabarse. —Lucía… solo dime una palabra… y dejo esta boda y todo ahora mismo —susurró él. Diez años de amor ciego… de pronto se convirtieron en una broma cruel. Lloré como nunca. Y luego decidí que sería yo quien escapara primero de esa boda. Tiempo después, se corrió la voz en todo nuestro círculo social: El joven Ríos buscaba desesperadamente a su ex prometida por todo el mundo, solo para rogarle que lo mirara una vez más.
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Hasta que el Fuego Nos Separe - All novels & stories
Zafira
La noche del incendio, no volví a detener a mi prometido cuando corrió a salvar a Sofía, su sobrina sin lazo de sangre. Lo vi desaparecer entre las llamas. En mi vida anterior, el hotel se incendió el mismo día de nuestra boda. Mateo y yo logramos escapar; Sofía quedó atrapada. Cuando él quiso lanzarse de nuevo, lo frené una y otra vez. Al final apagaron el fuego, pero de ella no quedó rastro. Mateo dijo que no me culpaba. Mintió. Tres años después —el día de nuestro aniversario y del tercer luto de Sofía— nos llevó a mi hijo y a mí a bucear., y, una vez a casi cien metros bajo el agua, arrancó nuestras mangueras de oxígeno. —Me impediste salvar a Sofía. Una vida por otra —escupió. Supliqué por mi hijo. Se dio la vuelta y nos dejó. Morimos asfixiados. Solo entonces supe la verdad: Mateo siempre amó a Sofía. Me odió por robarle a la mujer que quería. Al abrir de nuevo los ojos, volví al día del incendio...
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Amor, Traición y Venganza: mi segunda vida - All novels & stories
Zafira
En mi vida pasada, obligué a Diego Ramírez —hijo de una familia en quiebra— a casarse conmigo usando como excusa el hijo que llevaba en mi vientre. El día de la boda, su amor verdadero dejó una carta de despedida antes de lanzarse al mar: “Al final, el verdadero amor nunca puede vencer al poder. Me rindo.” Cuando Diego recibió la noticia, no mostró la menor reacción; incluso sonrió mientras terminaba la ceremonia conmigo. Pero medio año después, el día del aniversario luctuoso de esa mujer, nos llevó a mí y a mi hijo de tres años a bucear. Me arrancó la manguera de oxígeno a mí y a mi hijo bajo el agua, y los dos fuimos ahogados vivos. Tras mi muerte, vi cómo colocaba mi cadáver frente a la tumba de su amada, pidiéndole perdón. “Carmen, ya vengué tu dolor. Si allá, donde descansas, lo supieras, ¿te daría alegría?” Al abrir los ojos de nuevo, regresé a aquella noche en que usé a mi hijo para obligarlo a casarse conmigo.
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Mi hijo rogaba por la ex de mi esposo como madre… Reencarné y lo eliminé sin dudar - All novels & stories
Clementina Pomelo
Antes de la boda, descubrí que llevaba más de dos meses embarazada. Leobardo Ríos, algo ebrio, acarició mi vientre y bromeó a medias: —Verónica Vega, aún no estoy preparado para ser padre. ¿Y si no tenemos este bebé? Con el corazón en calma, respondí suavemente: —Está bien. En mi vida pasada, había insistido en quedarme con ese hijo. Pero, cuando Valeria Sánchez perdió el suyo por accidente y quedó con secuelas para volver a concebir, Leobardo me guardó rencor. Después de la boda, su actitud hacia mí fue completamente fría, mientras el hijo que había traído al mundo tras un parto difícil, que casi me costó la vida… lloraba, deseando que Valeria fuera su madre. Más tarde, cuando tuve un accidente de coche y me desangraba, padre e hijo pasaron junto a mí con total indiferencia, con tal de poder llegar a tiempo al parto de Valeria. Mientras yo moría desangrada, ellos celebraban con efusividad una nueva vida. Por eso, en esta nueva oportunidad, no volveré a perderme a mí misma ni tomaré el camino equivocado, por lo que, sin más, marqué el número del director, para anunciarle: —Estoy dispuesta a unirme a la expedición polar.
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Diez años en vano y un renacer - All novels & stories
Camilo Ochoa
En el instante en que explotó el laboratorio, Leonardo González corrió desesperado hacia la zona más alejada, donde se encontraba Victoria López, y la protegió con su cuerpo sin dudarlo. Cuando cesó la explosión, lo primero que hizo fue cargarla en brazos al hospital. Ni siquiera miró a la que yacía en el suelo, empapada en sangre—yo. Porque esa chica a la que él había criado durante dieciocho años, Victoria, ya le había ocupado el corazón por completo. Ya no había espacio para nadie más. Fui yo quien sobrevivió gracias a unos colegas que me llevaron al hospital. Tras salir de cuidados intensivos, con los ojos hinchados de tanto llorar, llamé a mi mentor. —Profesor, ya lo decidí. Acepto unirme al proyecto confidencial. No importa que partamos en un mes ni que no pueda contactar a nadie durante cinco años. Ese mes estaba destinado a ser el de mi boda soñada. Pero ya no quiero casarme. Ya no.
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La streamer, el empresario y la esposa - All novels & stories
Gaby
Después de cuatro años de matrimonio, Alejandro Giraldo, quien nunca publicaba en redes sociales, sorprendentemente subió un post: «¡Vaya, gatita golosa y antojadiza!» La foto mostraba a una chica con una diadema rosa de orejas de gato, comiendo barbacoa y sacando la lengua con las mejillas rojas por el picante. Era Mariana Ospina, la nueva presentadora de su empresa. En menos de un minuto, un amigo en común comentó: «¡Te olvidaste de cambiar de cuenta!» Así que la nueva publicación de Alejandro desapareció sumamente rápido, pero pronto reapareció en las redes sociales de Mariana. Poco después, entró la llamada de Alejandro. Antes, yo habría guardado capturas de pantalla y lo habría llamado primero para reclamarle; definitivamente no habríamos terminado sin una pelea. Pero, esta vez, muy consideradamente, esperé hasta que la llamada se cortara sin contestar.
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