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La pareja prohibida del alpha

La pareja prohibida del alpha

—Vete —ordené, orgullosa de que mi voz no sonara ni la mitad de temblorosa de lo que me sentía por dentro. —¿Eso es lo que realmente quieres, Keera? —preguntó en un susurro. Antes de que pudiera responder, tomó mi mano y la levantó lentamente, llevando mis dedos hasta su nariz. Los mismos dedos que habían estado dentro de mí hacía apenas unos minutos. Mi corazón golpeó con fuerza en mi pecho. No apartó los ojos de los míos mientras inhalaba el aroma de mi deseo, y luego llevó mis dedos a su boca, pasando su lengua por ellos y lamiéndolos con lentitud hasta dejarlos limpios. ⸻ Keera No deberían existir. Era imposible. Eran errores de la naturaleza. Eso fue lo primero que pensé de los hombres lobo. Y durante años creí tener razón, porque todos los que conocí no hicieron más que herirme. Especialmente él. Me sentí atraída hacia él desde el primer momento en que lo vi. Antes de darme cuenta de que me odiaba. No quería admitirlo, pero él fue quien reforzó mi odio hacia los hombres lobo. No tenía ninguna obligación de ayudarlos. Pero lo hice. Y vi cómo mi vida se desmoronaba. Crucé cada límite que alguna vez me impuse al involucrarme con él, hasta descubrir que era mi pareja destinada. ⸻ Grayson La odiaba antes incluso de conocerla en persona. Nuestra relación era prohibida. Los hombres lobo no podían emparejarse con humanos. Ni siquiera creía que fuera una posibilidad. Pero eso fue antes de ella. Descubrí que era mi alma gemela. Y en ese momento supe que no podía dejarla ir. No me importaba renunciar al título de Alfa si eso significaba estar con ella. Porque, le gustara o no, ella sentía lo mismo por mí.
Hombre lobo
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De Esposa Millonaria a Mujer Libre

De Esposa Millonaria a Mujer Libre

Estuvieron casados durante tres años, pero Lucio Fernández solo la veía un par de veces al mes, y cada encuentro solo para cumplir con sus deberes de marido. Jamás mostró verdadero interés por ella, ni se tomó la molestia de conocerla. Cuando llegó el final de aquel plazo de tres años, no dudó en ir en busca de la mujer que siempre había considerado la luz de su vida. Entonces, ella se dio la vuelta con frialdad: —Lucio Fernández, divorciémonos. Te concedo lo que tanto deseas. Desde ese instante, dejó de esperar algo de él. Renunció a la ilusión de un hogar en común y regresó a su carrera. Poco a poco volvió a brillar, brilló con luz propia hasta recuperar su esplendor, un lugar donde él ya no tenía cabida. Y, sin embargo, Lucio fue cayendo, paso a paso, atraído por su talento y su encanto, incapaz de resistirse. Solo cuando ella desapareció por completo de su vida, descubrió la verdad: la había olvidado dos veces. Fue ella quien, cruzando miles de kilómetros, se quedó a su lado con una determinación inquebrantable, todo por devolver aquella vida que le debía. Lucio se arrepintió, pero ya era demasiado tarde. Ella se había convertido en un tesoro nacional, una mujer inalcanzable a ojos de todos. En su desesperado intento por recuperarla, solo escuchó: —Señor, la señora ya no quiere ser la esposa del multimillonario. Esta vez le tocaba a él protegerla, aunque tuviera que recurrir a las medidas más implacables.
Romance
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Cuando la perdió, ya era tarde

Cuando la perdió, ya era tarde

Tras nueve largos años de relación, Luis Martínez había amado profundamente a Elena García, y era considerado el marido ejemplar en el círculo de la alta sociedad. Pero no pudo resistir la tentación, y buscó un desliz pasajero en otra cama. Él creía haberlo ocultado a la perfección: de día acompañaba a su esposa; de noche, compartía momentos apasionados con su amante. Lo que ignoraba era que Elena García solo esperaba en silencio. *** Mientras él vivía su ‘luna de miel’ con la amante, Elena tramitaba el certificado de defunción. Cuando él regresó de ver a su amante, Elena le entregó el acuerdo de divorcio como regalo. *** Finalmente, un mes después, Elena desapareció por completo del mundo de Luis. Al ver el certificado de defunción y el acuerdo de divorcio, Luis se derrumbó de rodillas en la morgue, sollozando sin poder contenerse. *** Él se aseguró que todos los que hicieron sufrir a Elena pagaran las consecuencias, incluso a sí mismo. Pero su Elena seguía muerta. *** Tiempo después, ellos se toparon por casualidad en una cena de gala. Para entonces, Elena ya era una diseñadora de fama internacional. Él se arrodilló desesperado para suplicar el perdón de Elena. Pero Elena García ni siquiera le dirigió una mirada. —Señor Martínez, ¿acaso nos conocemos?— dijo ella. *** Una noche, Luis no pudo contenerse y la llamó. —Elenita, me equivoqué, ¿me das una oportunidad?— suplicó con humildad. Pero al otro lado de la línea se escuchó la voz de un hombre. —Cariño, tu ex está escuchando... ¿Segura que quieres seguir?— dijo ese hombre.
Romance
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