Mi Cuñada Quiso a Mi esposo Una Noche
La noche de bodas, mi esposo Grey y yo estábamos en la habitación cuando Scarlett, la esposa de su hermano, entró tropezando, completamente borracha, y se le fue encima, abrazándolo sin soltarlo.
—Keisha, mi esposo murió tan joven, yo de verdad quiero tener un hijo... —lloraba sin consuelo—. Préstamelo solo por una noche, ¿sí?
Entre sollozos, me metió un juguete erótico en la mano.
—Tú tranquila, mañana te lo regreso —dijo, hecha un mar de lágrimas—. Si de verdad te sientes muy sola, al menos puedes consolarte con esto.
Me quedé helada, sin poder procesar lo que estaba pasando. Miré a Grey, que ya la sujetaba por los hombros con cuidado para que no se cayera.
—¿Quieres irte a dormir con ella? —le pregunté, sin poder creerlo, con la voz temblorosa.
Grey evitó mi mirada, pero al hablar, la voz le salió atropellada.
—No pienses tonterías. Scarlett está borracha, no sabe lo que dice. Voy a llevarla a su cuarto para que descanse.
Cuando vi que quería llevársela, me planté justo delante de la puerta y le bloqueé el paso.
—Grey, hoy es nuestra noche de bodas —insistí—. ¿En serio te vas a ir con ella?
Su expresión se ensombreció al instante y me quitó de en medio de un empujón.
—Ya eres mi esposa, así que compórtate. No armes una escena por unos celos tontos.
Luego se fue, llevándola en brazos con delicadeza, como si fuera un cristal frágil.
Quise correr detrás de ellos y detenerlos, pero al ver en sus ojos esa preocupación tan intensa por ella, de pronto todo me quedó claro.
El amor de ese hombre ya no era solo para mí.
Y si era así, ¿para qué seguir aferrada a un matrimonio donde el cariño ya se había echado a perder?
Era hora de soltar... y marcharme de una vez.