Fui El Reemplazo De Mi Hermana
Tras la muerte de mi hermana, firmé un contrato matrimonial por cinco años con su esposo, Horton Falcone, un hombre de la mafia. Me convertí en la madrastra de mi sobrino de cinco años, Luca.
El día de mi cumpleaños, me puse el collar con la cruz de diamantes de mi difunta hermana, sin darme cuenta de lo que representaba.
Durante la cena familiar, Luca se me acercó con una copa de vino tinto y me la aventó a la cara.
El vino tinto escurrió por mis mejillas; su olor penetrante me ardía en los ojos y manchaba mi vestido blanco. Echó la cabeza hacia atrás para mirarme; tenía los ojos tan crueles como los de su padre.
—No creas que vas a reemplazar a mi mamá nada más porque te casaste y entraste a la familia Falcone —dijo con una sonrisa maliciosa—. Tú tienes la culpa de que esté muerta. Ojalá te hubieras muerto tú. Así podría romper tu lápida en vez de celebrar este cumpleaños estúpido. ¡Cuando sea grande, voy a tirarte al Río Hudson!
El recuerdo ardía tanto como el vino, y lo único que me quedaba era un sabor a desesperanza. Me quedé mirando al niño que había criado como propio durante cinco años y sentí mucho dolor.
Había pensado que podía entregarme a la familia Falcone, que podría ganármelo con mi cariño. Pero ahora, ya estaba harta.
Era una familia sin amor, con un niño que me veía como su enemiga. Dejé de engañarme. Era hora de dejarlo ir.
Pero después de irme, ese padre arrogante y su hijo regresaron arrastrándose hacia mí como perros para suplicar mi perdón.