La Sirvienta Que Robó Mi Corona
A las 4 de la mañana, mi esposo, Rocco, me despertó con delicadeza. Su voz era apenas un murmullo.
—Mi amor, ¿puedes hacerme un favor?
Pero lo que dijo después me regresó a la realidad.
—Scarlett tiene hambre. Ve y prepárale un caldo de mariscos.
Scarlett era nuestra criada y también la amante embarazada de Rocco.
—Acaban de traer mariscos frescos. Ve a la cocina y prepárale una sopa. Que es para el heredero de Falcone.
Me negué firmemente. Él se puso furioso.
—No seas tan necia, Alessia. ¿Por qué se te hace tan difícil preparar una sopa?
Negué en silencio. Me acarició la mejilla, mientras sonreía de manera condescendiente.
—Está bien. Vaya, así que ahora te atreves a desobedecerme. Piénsalo bien. ¿En serio quieres conservar tu lugar en la familia? ¿Y tu puesto como abogada de la familia? Piensa si todavía quieres todo eso... y luego me respondes.
Al ver la arrogancia de Rocco, el último rastro de amor que me quedaba por ese hombre se desvaneció. Saqué mi celular y marqué un número que no había usado en mucho tiempo.
—Quiero salir de la familia Falcone.